25 noviembre 2012

Lecturas españolas


Este es uno de los libros más famosos de Azorín, supongo que porque es uno de los que más han contribuido a forjar el mito (o la realidad) de la Generación del 98. En esas lecturas los nombres más citados son los de Cadalso, Larra y Joaquín Costa, es decir, los que hicieron una crítica global de la supuesta o real decadencia española, los que con mayor agudeza fustigaron sus vicios y vivieron intensamente el afán por regenerar el país. Y también los que con mayor frecuencia se citan como antecedentes de la famosa generación. Está también muy presente Gracián, cuyo pensamiento ha sido con frecuencia comparado con el de Nietzsche, uno de los grandes inspiradores de Azorín y sus coetáneos. Y Saavedra Fajardo, el gran pensador político de la España del Barroco. Junto a ellos, figuras menores como fray Antonio de Guevara, cuyo Menosprecio de corte y alabanza de aldea tenía que ser por fuerza muy apreciado por Azorín, tan fascinado siempre por los encantos de la existencia sencilla; y José Mor de Fuentes, autor de una autobiografía hoy olvidada y protagonista del capítulo más largo de esta serie.

Hay algunos cuadros que nada tienen que ver con alguna lectura, sino que son de hecho breves relatos, protagonizados por pequeños filósofos, melancólicos amantes de una naturaleza que fluye en eterno retorno. Las meditaciones sobre el paisaje español y el gusto por el vocabulario tradicional terminan de dar a esta obra su fisonomía noventayochista. 

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