29 noviembre 2014

Comanche, 1


Durante una temporada se publicaron en el Mortadelo de los años 70 las aventuras de Comanche, ocupando, creo recordar, una doble página. Así que estos títulos me son familiares: Red Dust, Ten Gallons, Cielo rojo sobre Laramie o Los lobos de Wyoming, así como muchas de las escenas. Este volumen de Planeta De Agostini reúne en 250 páginas las primeras historias de estos personajes. El auténtico protagonista es Red Dust, un vaquero que recala en el rancho que ha heredado la joven llamada Comanche. Con el tiempo emplean al viejo Ten Gallons y a los inexpertos Toby y Clem, un negro y un rubio. Los peligros a los que han de enfrentarse son los típicos del relato del Oeste.

El dibujo es más bien naturalista, por llamarlo de alguna manera, es decir, con mucho detalle y sin esquivar lo desagradable. A lo Blueberry, vamos: de hecho yo le encuentro bastante parecido con lo de Giraud, aunque esto va a cargo de un tal Hermann. El Red Dust es un personaje virtuoso y no sólo del revolver, capaz de ayudar, por ejemplo, a Ten Gallons a recuperar su autoestima; pero implacable con los malos: lo que se espera, vamos. Lo demás, todo también muy visto pero bien contado.

Recuerdo que algunos episodios posteriores a estos me gustaron menos. Dust me pareció más cínico y los malos tan sádicos que repelían. Así que no sé si hacerme con el siguiente volumen.

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28 noviembre 2014

Sleepy LaBeef: "No es lo que comes sino cómo masticas"


A partir del 80 Sleepy se lanzó a grabar discos como un descosido. Por fortuna las letras del rock and roll son de lo más tonto, porque de otro modo pienso que tendría serias dificultades para acordarse de todas. Del 81, según la carcasa, es este No es lo que comes sino cómo masticas, del que Auvi no se dignó darnos el título en inglés, aunque me consta que es una grabación original y no una recopilación hecha por el sello español.

De este disco me interesaba sobre todo Wonderful time up there, que le escuché en Aplauso (sí, lo del mítico Fradejas). Es uno de esos temas que te hacen tilín sin saber por qué, y la fascinación fue total cuando lo oí en la voz de Pat Boone, también en Aplauso pero esta vez en aquello de "La juventud baila". Se trata de un tema religioso, digamos escatológico en el buen sentido, conocido también como Gospel Boogie, y a día de hoy no sé quien es el autor porque lo atribuyen a varios. La versión de Sleepy no la encuentro en internet pero sí la de Boone. Hay otra de Alvin Stardust que tampoco está nada mal.

Pero lo cierto es que con esta cinta descubrí otro montón de buenos temas. Destaco The roosters are crowing, una especie de vals cajun con su acordeón (o concertina, no sé) y todo; un Lost highway que cumple con la cuota Hank Williams, por así decir; If I ever had a good thing, de Tony Joe White, donde vuelve a aparecer el cacharro de viento; o Breaking up home, donde seguro que mejora a Ronnie Self, ese tipo que según José Ramón Pardo componía en el excusado. El disco se abre y cierra con dos clásicos de Little Richard, I got it y Tutti Frutti. Aquí es donde veo a nuestro hombre más flojo, porque su voz tiene poco que ver con la de Penniman. Pero él no se corta y ataca sin rubor lo de a-wop-bop-a-loo-bop y tal.

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26 noviembre 2014

Almanaque


Hay que ver lo favorecido que salía Toulouse-Lautrec en el rótulo de Google del otro día. De hecho, estas conmemoraciones de Google son lo más parecido a un almanaque laico. Así como es difícil encontrar la imagen de un santo con cara de perro, aunque algunos tuvieran mala leche, en este santoral el celebrado ha de aparecer como un bendito entre los hombres. Creo que cuando se recordó a Hannah Arendt sacaron a la filósofa con un bolígrafo entre los dedos, siendo así que en ese retrato y muchos otros lo que sostenía era un cigarrillo. ¡Vade retro, Satana! En ese aspecto la película sobre la Arendt es mucho más sincera, pues si no se ventila cincuenta pitillos a lo largo del metraje es porque son cincuenta y uno. También José Ferrer era todo lo feo que debía ser para encarnar a Toulouse. El cine puede mitificar, pero engaña lo justo.

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24 noviembre 2014

Para aguantar a un "santo"

se necesitan dos santos, dice la sabiduría popular, y las comillas las pongo yo. Algo similar expresa Celia Brooke en Middlemarch, el novelón de George Eliot.


... arrinconada en el fondo de su corazón yacía la idea de que su hermana era demasiado religiosa para la comodidad familiar. Los principios y los escrúpulos eran como agujas caídas, que hacen que uno tema pisar, sentarse e incluso comer. 

(Capítulo II) 

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23 noviembre 2014

Mariona Rebull


Se ha puesto mucho el acento en el carácter de crónica social, o de novela histórica, en todo caso en el documentalismo de esta novela. Yo creo que es igual de importante en ella el trazado de los personajes, en especial, por supuesto, de Mariona y Joaquín. Llueve mucho sobre mojado, es cierto, porque cuando acababa el siglo XIX eran ya todo un género las novelas de cuernos, en concreto de justificación de cuernos, o al menos de comprensión. Pero el cráter de la novela, el diálogo entre ambos cónyuges que culmina en ruptura, me parece una gran pieza psicológica. Lo más difícil en estos casos es penetrar en las razones de la mujer, porque el varón es siempre más primario; al menos creo que lo ha sido en este tipo de historias. A lo mejor está por llegar quien le haga justicia.

El caso es que Joaquín, creyendo arreglar las cosas, mete el remo hasta la empuñadura cuando le dice a Mariona: "no te voy a exigir que me quieras". Es justo lo que ella no quiere oír, lo que una mujer no quiere oír. Es tanto como admitir que para él su matrimonio es como una parte más de sus negocios, lo que ya había quedado bastante puesto de relieve a lo largo de la novela, a pesar de que Joaquín hubiera llegado a estar, en efecto, enamorado. Dentro de ese enamoramiento no entraba, en todo caso, el esfuerzo por comprender a su mujer. En todo caso, es un personaje, el de Joaquín, muy alejado del badanas de la película Un extraño en mi vida, que acabo de ver, también muy sutil en el análisis del eros femenino.

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20 noviembre 2014

Christmas Country


Por entonces me pareció una originalidad, porque todavía no sabía que todo artista country que se precie ha de grabar su álbum de Navidad. Supongo que recopilaciones como esta habrá a cientos. Pero no tantas en España en 1981. Aquí oí por primera vez algunos carols muy populares en los Estados Unidos: así Silver Bells, en las armonías vocales de Tompall & the Glaser Brothers; The Christmas Song, interpretada por Sonny Curtis, un tipo que estuvo en la banda de Buddy Holly, creo que como bajista, y que no decepciona como cantante; Winter wonderland, en las voces de Dave & Sugar, o Rudolph the red nosed raindeer, en que Nancy Sinatra acompaña a Mel Tillis. El propio Tillis hace lo que puede en White Christmas, y es mucho, pero sufre, claro, la comparación con Bing Crosby; O holy night, que creo que es una adaptación de una pieza francesa, a cargo de Helen Cornelius, que sale airosa de las notas altas. Salvo en esta última, la simbología más superficial de la Navidad es lo que predomina: campanas, renos, nieve. Hay también algo de amantes nostálgicos, como un Blue Christmas, en la voz de un tal Eddy Raven, que no la maltrata; y la aportación de la estrella del momento, Johnny Lee, Please come home for Christmas.

Y hay un par de cosas más conocidas por estos lares: un tal Joe Sun machaca sin piedad Silent night, o sea Noche de paz; y el hijo de Hank Williams entona con grave voz de vaquero rudo el Little drummer boy, nuestro tamborilero. Puedo ponerme cursi y decir que me han acompañado toda una vida, durante esos días tan entrañables. Últimamente, la tecnología me ha permitido ampliar el repertorio.

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18 noviembre 2014

Miscelánea pretotalitaria


No sé de qué tratan de acusar a Utrera Molina, pero en todo caso no será de cooperación con el régimen anterior. ¿Hará falta recordar que el régimen actual proviene oficialmente de aquel, "de la ley a la ley"? Que yo sepa no hubo una revolución de por medio ni una ruptura al estilo de la Europa del este, va a hacer ya veinticinco años. Salvo en el deseo de más de uno, claro.

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Tiene razón Salvador Sostres. A pesar de los golfos con maletín, de los desahucios y de los parados, vivimos mejor que nunca... salvo en el sentido kempisiano de buena vida, claro. Pero eso tampoco lo van a arreglar los de ...odemos.

(Qué patéticos los esfuerzos que estamos haciendo por evitar que cometamos una idiotez tercermundista, cuando hemos criado a nuestros pechos a los tercermundistas durante tantos años)

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El totalitarismo que viene, el de los gay, me ha parecido siempre el más tonto de los imaginables. Ni a Huxley ni a Orwell se les pasó algo tan grotesco por la cabeza, ni siquiera a Pierre Boulle (el del Planeta de los Simios), y supongo que Claudio Magris tampoco pensaba en ello cuando hablaba de un inminente totalitarismo blando y coloidal, o algo así. Y, sin embargo, puede ser el más eficaz, no sólo a la luz de lo que expone Mary Eberstadt sobre la relación entre la disolución de los lazos familiares y el declive de la religiosidad, sino también pensando en que el hombre desarraigado es el más susceptible de ser vampirizado por el Estado, tal como han intuido siempre los socialistas.

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16 noviembre 2014

Porque no son el hombre (II)



Inmediatamente después de cortar las amarras con la trascendencia, aquellas filosofías han disuelto el contenido de las cuatro virtudes cardinales, que son los cuatro ejes de la vida ética humana, cada una de las cuales supone las otras tres: no se puede ser prudente sin ser justo, fuerte y templado; no se puede ser justo sin ser prudente, fuerte y templado; no se puede ser templado sin ser fuerte, justo y prudente; no se puede ser fuerte sin ser templado, prudente y justo. Estas cuatro virtudes se requieren mutuamente, se necesitan, y son los pilares de la ética. Desvirtuadas --en sentido propio: quitándoles su carácter de virtud--, ha aparecido una prudencia sin memoria histórica: el hombre desarraigado, sin origen, sólo con futuro. Ha aparecido la justicia sin religión y sin amor reverente a los mayores; y una fortaleza sin aceptación del dolor y como simple arrogancia y voluntad de poder; y por fin una templanza como mera homeostasis, equilibrio, es decir, como un concepto sanitario (de ahí esas "moralistas" campañas obsesivas a favor de la salud).

Carlos Cardona, Ética del quehacer educativo, cap. IV
 

14 noviembre 2014

El caos y la noche



Se le hace de noche a este anarquista español exiliado en Francia. Y el caos es el preludio de la noche definitiva. Él pretende seguir manteniendo sus convicciones pero le cuesta cada vez más poner coto a la sospecha de que sirven ya de muy poco. Una situación que no hace sino agravarse cuando viaja a España empujado por su pasión por los toros. Las evoluciones de hombres y bestias en el ruedo se mezclan con su propia agonía en un final de tipo simbólico con el que no contábamos y que, a decir verdad, no me convence demasiado. Pero, en conjunto, la obra no desentona de lo que ha sido la gran novela francesa del siglo pasado. Montherlant afirma en el prólogo ser consciente de que van a pensar en él mismo a propósito del protagonista, y no lo desmiente del todo. 

El caos es la crisis de las certezas: a Celestino le parece que el busto de Stalin se transforma en el de Franco. Todo da ya igual: vencedores, vencidos, fascismo, anarquismo, todo se precipita en la noche, en la nada, de la que ni siquiera le salva su hija, con la que convive. En suma, es una obra pesimista y nihilista, salvo que quieras interpretar que la breve experiencia religiosa de Celestino le sirvió de algo en el momento de la muerte. A este respecto, es interesante el apéndice en que Montherlant repasa su propia obra en los pasajes claves.

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12 noviembre 2014

"Así canta Tennessee Ernie Ford"


Otro casete adquirido sin haber oído ni visto antes al artista. El caso es que era barato, las canciones prometían y lo mismo la cara y el nombre del tipo. No defraudó. Descubrí una voz de bajo excepcional, que brillaba especialmente en La balada de Davy Crockett, River of no return y Born to lose (aquí versión radiofónica). Lo de Davy Crockett es lo que siempre yo había oído con la letra de Pancho López, aquel que vivió toda una vida en diez años o así. En realidad es un canto al héroe de El Álamo, por supuesto: el rey de la frontera salvaje, que conocía cada árbol de su extensa tierra. River of no return es el tema de la película del mismo título, que creo que contaba con Marilyn Monroe y Robert Mitchum como protagonistas. Born to lose es un lento lentísimo, y de esto adolecen algunas otras piezas de esta antología, como Bright lights and blonde-haired women o el mismo Mule train, que Frankie Laine interpretaba de modo mucho más rápido, aunque con voz menos poderosa.

Hay que destacar también el Sixteen tons, la obra maestra de Merle Travis a la que Ford dio fama internacional: tengo una grabación en directo de Travis donde este interpreta su propia canción, cambiando el final: en lugar de I owe my soul to the company store, I owe my soul to Tennessee Ernie Ford. De todos modos mi 16 tons favorito es el de los Platters, con la voz de Herb Reed, por supuesto.

Chocante es un Shot-gun boogie de 1950, que presagia el rock and roll que llegaría cinco años más tarde. Y el disco-casete se cerraba con el clásico Nine pound hammer, también de Merle Travis, del que me encanta el fondo orquestal, muy western. Por cierto, la cinta incluía el nombre de los directores de orquesta en cada pieza.

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09 noviembre 2014

Intención de voto


Las primeras víctimas de la LOGSE están ya en los cuarenta. No se les puede pedir más que unas nociones elementales de justicia en los mejores casos, y, en los peores, unas nociones toscas de igualdad, del estilo "si no me forro yo que no se forre nadie". A diferencia de la generación anterior, no tienen la beatería del sistema: la democracia es buena "si la bolsa sona", como Cataluña. Los derechos y libertades los reducen de hecho al de interrumpir embarazos y al de dar por el culo, dicho sea con perdón de los padres sinodales. Tal vez también al de ser mantenidos por el Estado. Pero siguen reclamando el rótulo de demócratas porque lo relacionan instintivamente con la envidia igualitaria que está en la base del triunfo de este sistema entre las masas, y con el rechazo de la autoridad que está en la entraña de la educación que recibieron.

Por otra parte, el figurín está hecho que ni de encargo por una empresa líder en el sector. Una aquilatada síntesis de perroflauta y anuncio de colonia, o quizá entre profe guay y cristo setentero, para los más exigentes. Un discurso de persona responsable que asume las proclamas de los irresponsables ofreciéndoles una base de justificación y de respetabilidad. Una máscara de equilibrio que hace a sus oponentes perder los nervios y el crédito. Hicieron bien en llevar su careto como logo a las europeas. Ahora sería excesivo. Pero lo votarán estudiantes, parados, ninis, militantes bienintencionados de oenegés e incluso el sector del pijerío que juega a rebelde como en los tiempos de Boccaccio (la discoteca, digo). Para meditar.

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04 noviembre 2014

Porque no son el hombre

Perdida la noción de lo real, de lo que es (y, por tanto, del que se nombra a sí mismo como El que es, y eso es inteligible en el más estricto plano "natural", hasta ahí se puede llegar con buena metafísica), las filosofías de la Modernidad han difundido una imagen falsa del hombre, y consiguientemente del hombre bueno, del hombre íntegro, del hombre ético. La imagen dada por la Ilustración, que es la que de un modo u otro domina el panorama cultural y seudoeducativo de hoy, ha inmanentizado las virtudes éticas, ignorando la trascendencia natural de la persona, aquella capacidad de la persona de trascenderse a sí misma, dándose a los demás y, en último término, a Dios. Y así nos proponen la fe en el Hombre (con mayúscula, el hombre abstracto: nadie, en definitiva), la esperanza en el Hombre y el amor al Hombre: siempre el hombre irreal, imaginario, la inanidad total. Y en virtud de eso se puede eliminar tranquilamente a millones de individuos, porque no son el Hombre, ninguno ni un montón de ellos son el Hombre; aplazando para un futuro igualmente imaginario la llegada de ese Hombre al cual sí habría que amar. 

Carlos Cardona, Ética del quehacer educativo, cap. IV
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01 noviembre 2014

Los 4 Fantásticos. Heroes reborn


Han mejorado mucho las cosas, técnicamente, desde aquellos formatos novela de los 60-70. El papel y el color, desde luego; bueno, el color, de la nada al ser. Normalmente no me gusta el dibujo actual de los comics de superhéroes. Demasiado expresionista, unos músculos inverosímiles y unas turgencias femeninas que tienen su sitio en alguna esquina, pero además una tendencia a la caricatura que no es lo mío. Este de los Cuatro Fantásticos, sin embargo, está por encima de la media. El tal Jim Lee se esmera con los cacharros tecnológicos y con los escenarios, pero además la figura humana está bien trazada, tirando a lo geométrico. Mucho más detallismo, desde luego, que el viejo Jack Kirby, al que sin embargo sigo prefiriendo: cuestión de edad, claro.

Es un remake (1997) del primer número de los Cuatro Fantásticos, cuando adquirieron los superpoderes en el viaje espacial. Se han actualizado un montón de cosas, sobre todo lo referente a la tecnología. Lo cierto es que nunca llegué a leer aquel primer número. Hay también mucho más elemento guionístico que en los productos de Stan Lee. Las onomatopeyas siguen brillando por su presencia y parece que los sonidos se propagan incluso en el vacío. En fin, un producto espectacular.

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