20 septiembre 2019

Las sombras de Quirke


Sépanlo ustedes: las generaciones futuras nos mirarán con horror por haber permitido la lacra de los niños dados en adopción a cambio de suculentas cantidades cobradas por gentes del entorno eclesiástico y conservador. Sí señor, esta es la lacra del siglo XXI, y no el que tantos de esos niños “no deseados” por las adolescentes no lleguen ni siquiera a tener la opción de nacer. Esto último no lo dice el prota de Las sombras de Quirke, pero se deduce. Los puñeteros curas, con sus sermones sobre el aborto, obligan a las niñas a parir para enriquecer a estos sujetos. Esto tampoco lo dice “Benjamin Black” a través de su Quirke, pero también se deduce. Lo que sí que dice es lo primero, con todo su cuajo, como si cada día nos desayunáramos con una noticia de adopciones ilegales y monjas secuestradoras, que de eso va el rollo.

Pero en fin, si Dante puso en el infierno a sus enemigos, qué mucho que los escribidores de novelas policiacas escojan como los villanos a sus tipos más odiados. Por lo demás, la novela, psché, una para pasar el rato en el metro. ¿Bien escrita?, pues quizá. Pero ya no tiene la gracia de la imitación de Chandler, como en La rubia de ojos negros.

__

06 septiembre 2019

La ciudad de los prodigios


Onofre Bouvila tiene algo de Vito Corleone, o quizá Corleone lo tiene de Bouvila, depende de con qué figura nos hayamos topado antes, en la realidad o en la ficción. Si los Corleone de Coppola resultan estilizados, de tal modo que pensamos en los gangsters reales como forzosamente más cochambrosos, Onofre y su entorno no pierden nunca un cierto aire de peleles, como para que no perdamos tampoco la sensación de que nos hallamos ante una ficción. Este toque es muy de Mendoza (en lo poco que le conozco) y se halla tanto en los nombres como en las situaciones. Tal vez sea este toque lo que le otorga su sitio en el Olimpo narrativo español.

La protagonista, junto con Onofre, es, en efecto, la ciudad. Otra cuestión es que esa ciudad sea realmente Barcelona, como la cuestión es si Vetusta era en verdad Oviedo. Porque tengo la seguridad de que en la Barcelona real hay, al menos, algunas personas capaces de actos de virtud…
__