Y Miguel d´Ors practica esta iniciación por la vía de evocar el pasado. En un principio, con irónica resignación: en su autobiografía, él sale de extra, tantas son las cargas que ha de sobrellevar; se queja con sarcasmo de la providencia divina, como lo haría uno de esos macabros humoristas gráficos... pero siempre se advierte que esas quejas son todas de tipo teresiano ("por eso tienes tan pocos amigos, Señor"), animadas de un humor amable y nunca desesperadas. De hecho, "juro que fui feliz", titula uno de sus poemas para mí más gratos, ya que supone un ajuste de cuentas con tanta llantina hipócrita sobre la época (esa época) en que el autor fue niño. Y, junto con el humor, el amor vivifica este camino hacia la ignorancia, nombre que el poeta da a la humildad, quizá porque presumir de humilde (como indica en un poema) es la peor de las vanidades.
Nota redactada en enero de 1999.
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