20 febrero 2009
Las ratas
Sorprende agradablemente esta novela cuando vas a ella con el prejuicio de que se trata de una obra de realismo social. Es posible que esa fuera la intención de Delibes (siempre fiel, ¿diré servil?, seguidor de las modas narrativas), pero eso no hace sino confirmar que una cosa es la intención del autor y otra el resultado del ejercicio del talento.
El caso es que hay en los personajes de Las ratas un extraño simbolismo que poco tiene que ver con la mera denuncia política. Nos presenta Delibes al Nini, un niño de unos doce años que, lejos de ser el paria al que parecía abocar su nacimiento, se muestra casi como un ángel, no sólo por su inocencia sino por su sabiduría. Esta niño es hijo de dos hermanastros que viven en una cueva, y el padre se dedica a cazar ratas que la gente del pueblo se come ("fritas con una pinta de vinagre son más finas que codornices"). Se diría que de tal extremo de sordidez surge una criatura sin pecado original, a igual distancia de la corrupción bárbara (su padre) y de la corrupción civilizada (el pueblo). El Nini llega a mostrarse como profeta, cuando parece anunciar la salvación de la cosecha por el viento del Norte, y algún personaje llega a compararle con "Jesús entre los doctores". La novela es pesimista, sin embargo, y queda abierta con la perspectiva de una previsible victoria de la corrupción civilizada sobre la bárbara.
Nota redactada en agosto del 2005
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