Esta conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid en 1951, recogida por Florentino Pérez Embid en su colección "O crece o muere", muestra que la devoción hacia Carl Schmitt por parte del tradicionalismo data de antiguo. El exegeta de Donoso Cortés dedica aquí su atención a lo que parece ser un lugar común de aquella época: que la universalización a través de la técnica iba a conducir a una abolición de las naciones y a un consiguiente gobierno mundial. No parece Schmitt muy partidario de esta tesis, y sugiere que nos encaminamos más a la pluralidad que a la unidad. La división en dos bloques (siendo el dos, según santo Tomás, número nefando por la tensión dialéctica que lleva consigo) va a generar una tercera, o quizá incluso cuarta o quinta vía que darán al traste con la pretendida unidad. Aprovecha aquí el autor de Die Diktatur para criticar las filosofías de la historia, entendiendo tal concepto en sentido restricto, oponiéndolo a la idea religiosa de esa misma historia, es decir, circunscrito a las interpretaciones racionalista y marxista. Y aquí es donde se torna más atractivo el discurso de Schmitt. Su idea de que el progreso técnico no tiene por qué correr paralelo con el progreso moral no es nueva ni supone un hallazgo, pero sí es una conclusión obligada después de echar un vistazo a la trayectoria de los últimos siglos.
Nota redactada en marzo de 1999.