Ya saben que hay en las lenguas lo que se llama falsos amigos: palabras que parecen tener una traducción evidente en el propio idioma, pero que en realidad significan algo distinto. Así, un supporter, en inglés, no es el que soporta, sino el seguidor o admirador. El conductor no "conduce", sino que "dirige" la orquesta. Y así podríamos componer un diccionario entero, como se ha hecho.
Pero también sucede dentro de la misma lengua, en el eje diacrónico. De la Breve historia de la estética de José María Valverde recuerdo, ante todo, la aclaración que me hizo acerca del adjetivo ingenioso en el título del Quijote. Al parecer, en época de Cervantes este adjetivo significaba lo que hoy denominamos extravagante. La aclaración no es superflua, desde luego, ya que siempre me pregunté qué tenía don Quijote de ingenioso. Un falso amigo, entre muchos, que acecha a todo el que lee a los clásicos.
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