No con cara de chico bueno de enciclopedia Álvarez, ni bendiciendo con la mano. Esos están bien para recordarnos que era Dios y para invitar a la adoración. El de verdad apretaba los puños, rebullía y babeaba, como hicimos nosotros. Tenía, como tuvimos todos, cara de no entender nada de lo que pasaba, e invitaba a apretujarlo y hacerle cucamonas. El Verbo se hizo bebé, y desde entonces todos los que fuimos bebés podemos ser Dios. Por eso, feliz Nochebuena, feliz Navidad a todos.