Un nihilista con ínfulas de titán que se ríe a mandíbula batiente de las ocurrencias de los nihilistas sus contemporáneos. Quizá porque no soporta la competencia. Criatura de su tiempo y a la vez látigo de las criaturas de su tiempo, es lo más original que se puede decir de este aborto de la imaginación calenturienta de Papini.
Temo que este sea uno de esos libros que rara vez se leen hasta el final. En realidad, leídos unos cuantos capítulos uno se ha hecho cargo de lo que es. Se compone de breves episodios (seis páginas, a lo sumo) inconexos salvo por la personalidad de Gog, descrito con rasgos casi monstruosos en el prólogo. Por cierto, como ocurre con otras obras contemporáneas (¿contemporáneas?) de ficción, quizá lo más sustancioso de esta sea el prólogo. Estos episodios responden, casi todos, a uno de estos tres modelos: encuentros de Gog con un artista o soñador que le habla de su proyecto u obra extravagante, por lo general rechazado con desdén por el protagonista; visitas de Gog a celebridades de su siglo (Einstein, Freud, Shaw), que se explayan sobre su propia personalidad (tal como la entendió Papini, se deduce); y proyectos llevados a cabo por el propio Gog, de los que suele acabar hastiado o decepcionado. Al cabo, lo que parece estar ausente de todo este cuadro es la razón y la sensatez, que se dirían cosas olvidadas en la niebla de los siglos.
Nota redactada en julio de 2005