Blanca García-Valdecasas ha escrito un nuevo cuento de "menosprecio de corte y alabanza de aldea", aquel tópico del Renacimiento. Elisa es la joven incontaminada por las lacras de la vida moderna que afectan a Fernanda, la abogada divorciada, y a sus hijos. Para todos ellos la compañía de Elisa será como un bálsamo, aunque quizá sea demasiado tarde para Fernanda, como vemos al final. Sin embargo, no se trata de una novela ejemplar. Elisa tampoco es una santa, como nos parece casi en el primer tercio de la novela, y hay preguntas que quedan sin respuesta. Pero en todo caso las virtudes están siempre del lado de la familia de Elisa, la del cortijo granadino.
Uno tiene la impresión de leer literatura burguesa, al estilo de Manuel Halcón, pero esto no supone desdoro para la calidad narrativa de esta obra, que nunca carga las tintas en el diálogo coloquial ni se pierde en futilidades. Lo que le quitaría es esa manía de tomarse libertades con la puntuación, que en Faulkner cuela pero aquí está de más. ¡Y qué es eso de llamar huisqui al whisky...!
Nota redactada en julio del 2009
Otra referencia a esta novela aquí
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