26 septiembre 2009

Microcosmos


Al segundo o tercer capítulo, uno cae en la cuenta de que el título de este libro es un plural, si es que no ha leído el original, Microcosmi. Pero da lo mismo. Sea uno o varios microcosmos, la sensación es la que, supongo, pretendía comunicar el autor: en cada partícula de este mundo puede encontrarse tanta vida, tan intensa variedad de seres y de experiencias como en el total. La estructura del átomo se parece a la del sistema solar. El aleph borgiano existe y está por doquier. Pero sería hacer una injusticia a este libro el reducirlo a la ilustración de una tesis. Claudio Magris es un artista, y se disfruta de esta obra como se haría con un buen cuadro. He dicho obra resistiéndome a llamarla narración, por más que haya recibido un prestigioso premio de novela, de cuyo nombre no me acuerdo. Es, en efecto, una colección de estampas, salpicadas de vez en cuando por la reflexión. Los críticos hablan como si este género fuera nuevo, como si Magris hubiera sido su inventor, y lo llaman "mezcla de narración y ensayo" y motes así. Está claro que no se han molestado en leer a Azorín, que es, si no el inventor, al menos el más fecundo autor de esta modalidad de prosa que podríamos llamar paisaje con figuras, con permiso de Antonio Gala. Magris aporta como novedead el tono vitalista, tan opuesto a la resignación de Azorín.

Nota redactada en julio de 1999

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