16 junio 2009

Fausto


Todos dicen que el genio de Goethe es universal, que no se limita a su nación y a su lengua. Será verdad, pero me temo que es muy difícil disfrutar de él si no eres alemán, igual que decían aquellos que había que ser florentino o español para entender la Comedia o el Quijote, respectivamente.

Así que voy a decir lo que he visto. Estoy ante un drama irrepresentable por su extensión, pero contiene todos los elementos del género dramático, incluyendo algunos de los orígenes clásicos, como el coro. "Poema dramático" sería el nombre más conveniente, como en efecto lo llama Francisca Palau Ribes, lazarillo indispensable para una lectura, si no cabal, algo más completa que lo que uno concluye cuando culmina el acto V de la segunda parte. De todos modos es una obra a la que habrá que volver una y otra vez con diversos lazarillos.

Me ha parecido un producto muy romántico, en contra de lo que se pueda decir en el sentido de que Goethe había superado ya esa etapa. No tiene la ingenuidad del Werther, pero está presente lo oscuro, lo mágico y sobre todo, claro, lo diabólico, de principio a fin. Pues eso.

Nota redactada en julio del 2006

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