Nuestra era se fue feminizando (no afeminando, no: son dos cosas completamente distintas. Eso es lo que no comprendió Nietzsche) en el sentido de la pacificación, de la piedad, del respeto a la vida. Parece contradictorio, entre tantas guerras y tantas matanzas como atravesamos. Pero no importa, al mismo tiempo estamos viviendo la idea de la paz, como nunca, antes de ahora. Es posible que todavía haya más guerras, pero están desinfladas. La idea de la guerra ya no tiene crédito moral. ¡Y lo tuvo! Tratar de afincar en el hombre el ideal de la paz calumniando el antiguo ideal de la guerra es un error. No, es una mentira: el peor morbo que se puede meter en el alma humana. La guerra fue un ideal, alto, altísimo, sagrado y ya no lo es. ¿Comprendes? Lo fue y ya no lo es. Clitemnestra mató a Agamenón, lo que quiere decir que primero estaba vivo y luego muerto. Pero esto no podía quedar así; al varón, al inventor de la guerra no se le puede matar impunemente, Apolo y Palas Atenea protegen al vengador para mantener los valores masculinos...
Matizable hasta el infinito, pero interesante.
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