31 mayo 2010

La casa de los siete tejados


Lo que más me sorprende de Nathaniel Hawthorne (al menos, en esta novela) es el cinismo con que trata a sus personajes al tiempo que los pinta (los esculpe, casi) tan primorosamente. Lo normal es que un novelista que crea caracteres profundos se encariñe con ellos, sean buenos o malos, y que un creador de títeres de cachiporra los trate así, a porrazos. Sin embargo, en uno de los episodios más dramáticos de La casa..., aquel en que Clifford descubre muerto al juez Pyncheon y le acomete un muy razonable pánico, hasta el punto de que Hepzibah y él sólo saben vagar sin rumbo, en ese momento Hawthorne se permite una audaz elipsis (nunca nos dice directamente que Pyncheon ha muerto) y una ironía sangrante dirigida a su propio personaje, cadáver en la silla.

Pero no deja de ser también una especie de broma el que esta gran novela psicológica venga envuelta en un formato de novela gótica o folletín. Cuando te acercas esperando encontrar algo de eso, te extrañas de lo que tarda en arrancar, al tiempo que te va seduciendo el arte del autor, hasta que caes en la cuenta de que a Hawthorne no le interesa arrancar nada sino trazar una excepcional pintura de almas.

Nota redactada en noviembre del 2009


__

28 mayo 2010

Cómo cambian los tiempos, Venancio

En el Congreso [de jóvenes de Acción Católica] nos encontramos con la oposición manifiesta de varias naciones y con una maniobra dirigida a excluir a España del bureau internacional. Las naciones que más se distinguieron en ello fueron Francia, Bélgica e Inglaterra.

[...] Lo que más daño me hizo de esta oposición fue que no se trataba exclusivamente de una cosa política, sino más bien de una cuestión doctrinal. No entienden nuestra posición católica, e incluso el Estado católico les parece contrario a la libertad y a la democracia, lo cual es más terrible en el aspecto religioso.

Pero tampoco será esto un secreto para usted que conoce las corrientes de muchos intelectuales católicos, particularmente en Francia. Por cierto que el Papa en el discurso que pronunció en la audiencia concedida a los miembros del Congreso hizo una alusión a esta desviación, condenándola.

Pero quería hablarle particularmente de la impresión que saqué en los círculos del Vaticano con respecto a nosotros.

[...] La consecuencia que he sacado es la siguiente: en el Vaticano se conoce lo que se hace en España y se aprecia; el Papa llegó a afirmar que en las actuales circunstancias del mundo, su consuelo está en España; pero temen por la continuidad de este estado de cosas. Recelan que esto pueda perderse todo y que la actual situación pueda desembocar en una revolución, si le pasase algo al Caudillo y por eso quisieran que en vida de éste se diese mayor estabilidad al Estado para evitar ese peligro. Y claro, esta posición ya es más razonable y se comprende fácilmente.

Mons. Vicente Enrique y Tarancón, obispo de Solsona, a Alberto Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores, 17 de septiembre de 1947.

Fuente: Gonzalo Redondo, Política, cultura y sociedad en la España de Franco, 1939-1975, II/1

__

27 mayo 2010

Afirmando lo obvio

La noticia es la excepción. Y como los noticiarios se nutren sobre todo de política, las excepciones en la política parecen la norma. Lo digo por la corrupción. Es como lo de los curas sinvergüenzas, pero en gran escala. La gente por ahí ya no cree que se pueda ser político y honrado, que la gente decente no se pringa en política. Y eso sería horrible. La gente decente tiene que pringarse en política. Es la única esperanza.

...

Otra cuestión es que el gobierno esté formado por inútiles. Pero eso ya se sabía. En España ha gobernado el socialismo y ha gobernado la derecha. En un momento dado decidieron devolver el poder al socialismo, por razones que sólo cada votante conoce. Y sucedió lo previsible, porque en política hay pocos milagros. Así que ahí no cabe la generalización, a no ser que pretendamos haber nacido en 2004.

__

26 mayo 2010

Las afinidades electivas


Casi me salen granos leyendo la muerte, en el capítulo final, de estos dos bobos, Eduardo y Otilia. El gran Homero dormitó justamente en la suerte de matar, la que dicen que acredita o arruina toda una faena. Uno cree estar leyendo, no una radionovela (el guión de una radionovela, quiero decir) de Sautier Casaseca, sino una parodia de ellas. Y, desde luego, no sientes la menor pena por él ni por ella, ya que se metieron en su tinglado amoroso porque les dio la gana (como sucede en todos los adulterios) y no por afinidades electivas, Johann Wolfgang, pedantón.

La novela (que, por otro lado, está llena de valiosos análisis psicológicos, no lo pongo en duda) no deja de resultar curiosa, porque insinúa, ya en los albores del XIX, esa mentalidad tan actual que subordina el matrimonio a los derechos del corazón, al tengo derecho a ser feliz y tal. Incluso la esposa, Carlota, acepta tal situación con la naturalidad con que se supone que deben aceptarla hoy las mujeres. Y la renuncia final de Otilia (tarde y mal) no arregla el estropicio.

Nota redactada en junio del 2009

__

25 mayo 2010

"Mis padres eran unos críos cuando se casaron.


Él tenía dieciocho años, ella dieciséis y yo tres.


Billie Holiday
(Lady sings the blues) dio con el arranque perfecto para la autobiografía de una cantante de jazz. Eso sí, como su vida no me interesa ni mucho ni poco, temo que me quedaré sin saber si el resto del libro mantiene el nivel.

__

24 mayo 2010

Toros, chapuceros, malditos.

Es normal que proliferen los antitaurinos. Cuanto más bovinos nos hacemos, más compadecemos a los toros. Al fin y al cabo, la ética lennoniana que predomina en las últimas generaciones se parece mucho a lo que sería la vida de los toros de lidia sin el toreo: pacer, yacer, makin´love... y desaparecer, al fin, de la faz de la tierra como especie. El antitaurino no considera que la razón de existir del toro de lidia es la lidia. Pero es que tampoco considera cuál es la suya, claro.

...

Han empapelado a Javier Krahe por hacer una gracieta con un crucifijo (los detalles, en HO). No me parece mal, ya que los musulmanes montan su pollo correspondiente a poco que les metan el dedo en el ojo. Pero, ¡qué horas más bajas está viviendo el malditismo! "A los tres días sale solo": qué penuria creativa, pardiez. Tiene suerte de que hay cuatro que se cabrean. Si no, estaría muerto de asco a estas horas.

...

Por cierto que los malditos históricos acabaron encontrando a Jesucristo, aunque lo buscaran por vías tortuosas. Baudelaire pidió los sacramentos con toda lucidez y el cura que atendió a Rimbaud en sus últimos momentos dijo que "nunca había encontrado un cristiano tan auténtico". Cristo no hace acepción de artistas, por suerte para Krahe. Pero no sé qué perdonará más fácilmente, si la blasfemia o la chapuza.

__

21 mayo 2010

El jorobado o Enrique de Lagardere


Novelón del XIX, de esos que solían publicarse por entregas. No sé si será este el caso, pero lo parece, por la manera en que el autor retrasa el desenlace, de manera que una y otra vez el lector cree hallarse ante el final y surge algo que vuelve a demorarlo. Diría que le sobran doscientas páginas; porque además esas demoras no introducen nuevas complicaciones o enredos, sino trabas a la consecución del fin por parte del protagonista. Le sobra también sentimentalismo, pero ese es mal común a las narraciones populares, incrementado por el paso del tiempo: esos llantos, esas explosiones de felicidad, esas damas que imaginan que toda la desgracia del planeta se ha acumulado sobre ellas y no lo saben callar, incitan a la risa o a la parodia. Un encantamiento llevado a cabo por una gitana, y totalmente fuera de lugar (aunque muy del gusto romántico), acaba de completar el cuadro de defectos de esta obra. Con lo cual, y en justicia, pasamos a sus virtudes, que no son pocas y compensan ampliamente. Pues, en efecto, la narración es apasionante y arrastra al lector de página en página. Quien escribió esto tenía el don de la fabulación, una destreza que iguala la de sus personajes con la espada, y que para sí quisieran todos los narradores actuales. Hay que volver a los espadachines.

Nota redactada en diciembre de 1998. Por cierto, el autor es Paul Féval.

__

20 mayo 2010

Mirar Castilla

¿La tierra? En el primer momento de mi contemplación queda la tierra oscurecida, postergada por el cielo. En este paisaje castellano que ahora veo... prevalece la gloria luminosa del cielo. Ahora es el cielo el protagonista del paisaje, y la tierra -unos recuestos terreros, pinos dispersos- se limita a la servidumbre de darle silueta y marco.

Pedro Laín Entralgo, La generación del 98

__

19 mayo 2010

¿De qué va la COPE?

¿De quién ha sido la idea de ilustrar su campaña de petición de elecciones con esa canción: "y tú que te creías el rey de todo el mundo..."? Se creerá muy ingenioso, él. Lo cierto es que pone en evidencia un deseo malsano de ver morder el polvo a Z, y hombre, aunque sea verdad, proclamarlo de ese modo es de un gusto pésimo. Si hay que ir a elecciones será, en primer lugar, por el bien de España. "Ahora que estás acabado, qué lástima me das..." Hombre, un poco de cuidado con lo que decimos, no nos rebote en la cara.

Yo no voy a pedir elecciones. Para qué, ¿para que vuelva a ganar el PSOE y se me quede cara de tonto? Eso si no hay que lamentar algún muerto, sean ciento noventa y tres o uno. Ya conocemos a la facción gobernante y cómo dominan la técnica de ganar elecciones. Y conocemos a los españoles. Pero algunos se van a ir a la tumba chupándose el dedo.

__

18 mayo 2010

Llenos de vida


La traducción del título incluye una interpretación, pero lo cierto es que el original, Full of life, deja abierta la posibilidad de leer tanto llenos como lleno de vida, y esto último tendría también un sentido muy profundo si tenemos en cuenta que es el narrador-protagonista quien al final se siente "lleno de vida" en todos los sentidos.

John Fante es un bromista. Te lleva a lo largo de cien páginas haciéndote creer que estás leyendo la aburrida vida de un tipo escéptico y mediocre que maldito lo que tiene que decirte y al que odias porque no deja de llamar bulto al vientre gestante de su mujer, un tipo que parece simplemente ir soportando la vida. Pero el tío te va dejando aquí y allá ciertas pistas de que la cosa puede terminar en algo bueno. Y, en efecto, tenemos un final apoteósico, de esos que hacen cerrar el libro con una sonrisa de satisfacción, todo ello sin que objetivamente ocurra nada fuera de lo normal. Es la irrupción de la gracia con su naturalidad habitual. Y muy buen día el de la Pascua de Resurrección para terminarlo. En cuanto a los que han hecho la portada y la contraportada, "no hablemos de ellos, sino míralos y pasa".

Nota redactada en abril del 2010

__

17 mayo 2010

De qué me suena

(Aunque lo parezca, no es una crónica del año 2010)

Llovía a manta, llovía en ráfagas, a cántaros, mansamente, dulcemente, tibiamente, pero también llovía, a veces, con bravura tropical, con iracundia antillana, con chaparrones que eran como latigazos de carretero, como arengas malsonantes de un buen sargento, como goterones, como salivazos, como boinas, como ostras de Arcade, y con tan delicada menudencia como cuando riega geráneos, allá en el séptimo cielo, una chica guapa; llovía con prisa, jarreaba de lo lindo y también a paso de buey, y ratos llovía con aquella beatitud que distingue en los urinarios a los poetas líricos, a los diputados de la Ceda y a los borrachos empedernidos. Llovía malva y violeta, azul y rojo, acero y negro, llovía con la vejiga de Juan Ramón y con la ibérica vejiga de Valle-Inclán y también con la vejiguilla de Rafaelito Alberti...

Llovía de verdad, sin descanso, por la mañana y por la noche, al mediodía y a la tardada, al amanecer y al tramonto, dale que te pego, sin pausa, sin respiro, lo mismo a la hora de maitines que a la de vísperas, igual al toque de diana que al de oración, chipi chapa, chipi chapa, pero llovía alegremente, como si sólo se tratara de aliviar el suelo de polvo y dejarlo tierno y limpio en honor de los que tenían que llegar...

Rafael García Serrano, La paz dura quince días

__

14 mayo 2010

El misterio de la revista desaparecida

También contamos con edición facsímil de la revista vallisoletana Meseta, fundada por los poetas José María Luelmo y Francisco Pino, pero incompleta porque no incluye un número salido en 1939 -Meseta de la Poesía (Valladolid, Tipografía Cuesta, 1939)-, número que no he visto y, según parece, muy politizado, una especie de tributo rendido a los vencedores en la guerra civil.

José María Martínez Cachero, Liras entre lanzas

Habrá que llamar a Banachek...

__

13 mayo 2010

Notas para la definición de la cultura


A decir verdad, no me ha aportado mucho este ensayo. Aunque también pudiera ser que esté ya tan influido por estas y otras ideas (el intelectual moldea inconscientemente la mentalidad de las generaciones sucesivas) que me parece algo sumamente elemental. Hay pensamientos agudos, no cabe duda; e incluso pensamientos que desafían ciertos dogmas de nuestra época. Pero, en conjunto, decir que una cultura aislada perece tarde o temprano; que las culturas necesitan del enriquecimiento que les proporciona el contacto mutuo; que es bueno tender al mantenimiento de esas diferencias; que, dentro de una cultura, cada clase o cada grupo humano adopta un matiz diferenciador; todo ello suena a cosa sabida e incluso básica. Con todo, una cosa me parece que demuestra esta obra: que hay cuestiones serias que no admiten la banalización o la reducción a los límites de una ideología, en el sentido peyorativo que dio a esta palabra Fernández de la Mora. Y vuelvo con esto a lo que decía antes sobre el desafío de los dogmas: nadie, en las páginas de El País, por ejemplo, se atrevería, como lo hace Eliot, a hablar contra la igualdad de oportunidades en la educación, o contra la pretensión de nivelar las diferencias culturales entre las clases sociales. Son cuestiones que, aunque uno no comparta la postura del autor, no están más allá de toda discusión, por más que esto escandalice a los neomoralistas.

Nota redactada en noviembre de 1998

__

12 mayo 2010

Memoria epistolar

Posición: no comunista ni fascista, por supuesto. Pero en esta guerra, considerando como mal menor el triunfo nacionalista, el deseo de que triunfe un régimen que yo, en cuanto a mi vida personal, estimo inaceptable, y que habrá de eliminarme tarde o temprano. O sea: anticomunismo resuelto y un mínimo de continuidad histórica. Y todo ello, en el horror, con la vergüenza de cuanto se ha hecho y se hace en los dos bandos españoles, que son iguales: nunca como en esta guerra de veras "civil" he sentido tan nacionalmente la homogeneidad de una sola España terriblemente única --en una terrible decadencia creciente.

Jorge Guillén a Pedro Salinas, julio de 1937.

O, como dijo Esperanza Aguirre en memorable intervención, "no todo fue tan sencillo".

__

11 mayo 2010

Nadie vomita

Ángel Ruiz nos recuerda el lamento de Manuel Chaves Nogales por una Francia pacifista y poltrona que sucumbió con facilidad ante la invasión alemana, antes nazis que muertos.

Vintila Horia
nos dibuja un panorama similar en la Venecia del siglo XVII. El príncipe Radu Negru, de Valaquia, viaja a aquella república para pedir al Dux una cruzada contra los turcos, que tras invadir su país amenazan de nuevo a la cristiandad. Pero halla a los venecianos sumidos en la molicie y dispuestos a contemporizar con el otomano. Como de costumbre, el autor nos pone en situación a través de hechos simbólicos, como este.

En aquel momento pasaban junto a ellos un hombre y una mujer. El sol hacía brillar los bronces de las cúpulas y la fachada de San Marcos. Una luz dorada, madura como jugo de melocotón, bañaba el lugar y suavizaba los perfiles. El hombre, un noble, llevaba la espada al cinto. Un aire de desafío ensombrecía sus miradas. Con el brazo derecho, rodeaba, en un gesto de protección, los hombros de su compañera. Caminaban al mismo paso, con prisa de llegar a su casa y de encontrarse solos. Radu-Negru miró a la mujer, cuyos cortos cabellos no llegaban a cubrirle la nuca, y se estremeció de asco. Della Porta se detuvo y le tendió al príncipe la mano, que este estrechó con fuerza.

-Hasta mañana, señor. No penséis más en eso. Como veis, nadie protesta, nadie vomita. Ni siquiera se fijan en ellos. En mi juventud, lo habrían quemado vivo.


Aquella mujer era un hombre.




__

10 mayo 2010

El corazón de las tinieblas


Alguien decía que en cada uno de los tomos de las "Memorias de un hombre de acción" de Baroja había material para unas cuantas novelas de Conrad. Leyendo El corazón de las tinieblas entiendes por qué. Sorprende, en alguien que tiene fama de autor de novelas marineras y de aventuras, esta morosidad, esta introspección, que reduce el argumento al mínimo. Y, viceversa, uno se pregunta cómo tan exigua trama ha podido inspirar una película como Apocalypse now (que no he visto, pero que imaginaba, también, como el típico film bélico lleno de peripecias).

Las "tinieblas" son las del Congo (no las de Vietnam, como en la película, claro) y, tal como uno sospecha desde el título, aluden a algo no sólo físico sino psicológico y moral. Kurtz, personaje omnipresente por más que sólo salga a escena en unas pocas páginas, se nos aparece casi como un mutante, una criatura transformada por obra de las tinieblas, objeto casi de temor reverencial. Interesante descubrimiento, esta sublimación de la novela de aventuras.

Nota redactada en abril del 2009. Ahora he visto Apocalypse now, eso sí, en pantalla pequeña, que es como ver el Machu Pichu en "búsqueda de imágenes" de Google. Tal vez por eso llegó a torrarme a ratos. Pero creo que le hace justicia a la novela.

__

07 mayo 2010

Nihil novum

Muchos años después, cuando, ya libre y artista, se creía por sus actos y representación en el caso de ser muy avanzado, librepensador y cosas por el estilo, aprovechaba sus recuerdos del seminario como argumento contra las instituciones religiosas. "¡Lo que son los curitas, díganmelo ustedes a mí!", solía exclamar; y como no hubiera damas delante, su narración, probablemente exagerada, ponía espanto verdaderamente, por lo que toca a determinadas violaciones del orden natural de los instintos.

Leopoldo Alas "Clarín", Su único hijo

De haber vivido hoy, esta buena pieza (Del seminario salió por una ventana, con un trabuco, pues nada menos exigían la prisa y el peligro con que acudió a defender la causa del pueblo en una intentona revolucionaria en que se vio comprometido por culpa de amistades heteróclitas, adquiridas en las escapatorias frecuentes que de noche emprendía con otros compañeros y algún seminarista amigo de ir al teatro y a lugares de corrupción más inmediata) podía haber escrito también un artículo titulado "Que la Iglesia me pida perdón", o así.

__

06 mayo 2010

"Los especuladores disparan contra España",


titulaba ayer Público. Y tiene gracia, esa lógica. Según ella, a Liberty Valance no lo mató ni James Stewart, ni John Wayne, sino el médico que, tras apurar un trago de whisky, dictaminó: ¡Muerto!

__

04 mayo 2010

Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI


Lo que yo me pregunto es cómo se habrá dejado convencer Juan Manuel de Prada para poner a esta antología un título tan rimbombante. Y, si ha sido él quien lo ha puesto, peor. Aunque también lo del "Chesterton de la lengua española" resulta descaradamente comercial.

Leonardo Castellani, por lo que se puede leer aquí, fue efectivamente un escritor agudo y mordaz, sobre todo lo segundo, y desde luego más empeñado en morder que el propio Chesterton. Claro está que las dentelladas no nos resultan excesivas a los que disfrutamos viendo lanzar piedras contra los mitos contemporáneos, sobre todo si son progresistas. Yo lo habría llamado más bien el De Maistre de la lengua española, puestos a exagerar.

Pero no sólo vemos aquí a un polemista brillante, sino a un lector inteligente, como revelan sus observaciones sobre el Quijote, la Comedia, Dostoievski..., y a un perfecto conocedor de la intelectualidad de su tiempo y de su país.

Nota redactada en mayo del 2009
__

03 mayo 2010

Realidades

Las gradas del Nuevo José Zorrilla eran, el sábado, todo un símbolo de los tiempos. Vivimos inmersos en dos realidades: la propiamente real, que se puede querer ver o no; y la virtual, creada con diversos propósitos: políticos, propagandísticos, opiáceos..., tragada acríticamente por la masa.

En las gradas lucían las pancartas: SOMOS DE PRIMERA. Los marcadores cantaban al poco rato: Valladolid 0, Getafe 0; Jerez 2, Almería 1; Tenerife 2, Racing 1. O lo que es lo mismo: somos de segunda y gracias.

(Ojo: probablemente si me gustara el fútbol habría estado allí también con la pancarta: no critico a los aficionados. Simplemente me parecía interesante como símbolo)

__