27 abril 2010

Pablo Cossío analiza la causa

de su inminente suicidio. Su yo artístico y su yo sentimental le reprochan:

No es culpa nuestra que nos haya tocado en suerte o desgracia operar y desenvolvernos en un mundo preestablecido, preelaborado, preconformado y que tú, yo monopsíquico e integral, has aceptado. Tú, conociendo ese mundo nos lanzaste el uno al amor, el otro al arte. Y al cabo del tiempo reniegas del arte y del amor porque el arte y el amor no han sido como tú los querías, sino como en el mundo se han ido haciendo. Tú no has podido crear ni el arte ni el amor y los que el mundo subasta te parecen demasiado bastardos, demasiado prefabricados y manoseados por los demás. En todo caso tu tragedia está en la soberbia desmedida que te posee, en esa ambición de querer que todo lo que salga de tus manos, de tu cerebro o de tu corazón sea prístino... Y tu misma falta de fe ¿no deriva de igual soberbia, la de no aceptar el Dios de los demás, sino el desear, por el contrario, tener uno solo para tu exclusivo uso y provecho? Por eso te vas a buscar a Dios a las nébulas, donde nadie lo busca, porque a Dios, cuando se le busca con humildad y con el corazón, se le encuentra muy cerca de uno mismo, en el propio aliento.

Alejandro Núñez Alonso, La gota de mercurio

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