Estoy siguiendo con disgusto el ataque violento y concéntrico contra la Iglesia, el Papa y todos los fieles de parte del mundo entero. La utilización del estereotipo, el paso de la responsabilidad y la culpa personal a la colectiva me recuerdan a los aspectos más vergonzosos del antisemitismo.
Que yo vea, no hay nada aquí que justifique el grito en el cielo de unos y el repliegue conejil de otros.
Y, modestia aparte, yo había dicho lo mismo aquí.
__