22 mayo 2014

Trabajos de amor ensangrentados

Hay puristas en todo, y su opción no tiene por qué cargarse con connotaciones negativas. Tete Montoliu tenía todo el derecho a hacer jazz como Duke Ellington, y Edmund Crispin a escribir novela policíaca a lo Agatha Christie. Un colegio inglés con su ceremonia de graduación, modales exquisitos, ironías sutiles, un detective culto y una larga explicación final, son ingredientes de este relato y al parecer del resto de los que escribió este hombre.

Lo de Trabajos de amor ensangrentados alude a Shakespeare, claro, porque Shakespeare forma parte de la trama, y los guiños al bardo y a su obra son constantes. El Gervase Fen que ejerce de detective bosteza cuando tiene que explicar una solución tan clara, para él, a gente tan obtusa como la que le rodea. Pero antes ha tenido que sudar y pasar miedo enfrentándose a los malos, y hay que reconocer que Crispin tiene arte para narrar estas secuencias aventureras. En realidad, toda la novela es un buen divertimento, tanto por el dicho arte narrativo como por el abundante humor, presente tanto en el diálogo como en las situaciones.

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