De nuevo Javier Garisoáin:
…ni las pálidas
desmayadas de mediados del XIX, ni la mujer florero de mediados del XX tienen
nada que ver con el camino que transitaban las grandes damas del Cristianismo.
El camino hacia un mundo matriarcal propio, que las mujeres estaban llamadas a
reconstruir o a recrear, es el verdadero enemigo de todo aquello que la
Revolución denomina progreso: el destape, el divorcio estéril o la infidelidad
son la autopista que vuelve al paganismo; un retroceso hacia la sumisión
generalizada. No es el cambio del patriarcado por el matriarcado, no. Es el derrumbamiento
absoluto de la dignidad femenina –y de la masculina—que, disfrazado de
igualitarismo, desemboca en la masculinización de la mujer, feminización del
hombre, y ganancia de pescadores sin escrúpulos que no quieren familias ni
gente libre, sino masas de borregos –y de borregas—entremezclados para disponer
de cuerpos y almas como mejor convenga.
En La Antorcha, nº 3, julio 2023