con lo anterior, critica Pemán la táctica de ignorar a los adversarios ideológicos por el procedimiento de evitar citarlos, mientras se cita constantemente a los próximos. Actitud comparable, dice, a los novios “que están de morros”. Pero esto es tan incómodo como “pasear evitando transeúntes”.
Además, uno, citando a cualquiera, se siente colocado en la buena línea
cristiana, asimiladora de todo. Los Santos Padres se hartan de citar autores
paganos. Uno no se imagina a Santo Tomás, el más audaz de los asimiladores, “echándose
fuera de la suerte” como los malos matadores y evitando al sesgo el nombre de
Averroes, para decir: “como ha dicho cierto escritor árabe” …
(Costumbre que a mí también me irrita, dicho sea de paso,
aunque no se haga con la intención de ningunear
a nadie. Esos que dicen “decía un poeta francés…”: ¿se puede saber quién, por
favor? Da la impresión de que a tus oyentes no les interesa, porque no les va a
decir nada: es una descortesía con el auditorio).