18 marzo 2024

Es interesante esto

de José María Pemán:

El arma de los tradicionales fue la polémica […] El arma de los antitradicionales fue el silencio. Contra los krausistas se defendió Menéndez y Pelayo diciendo muchas cosas gordas de ellos. Contra Menéndez y Pelayo se defendieron los krausistas y sus hijos no diciendo ninguna cosa de él ni gorda ni flaca.*

No nos cuesta reconocer el cuadro. Nadie puede decir que los de derechas no se defienden. Antes bien, puede decirse que entran al trapo como miuras, unas veces en tono airado, otras veces con lógica y racionalidad.

¿Qué hacen los de izquierdas? Es cierto que manejan bien el silencio, no el silencio de poner la otra mejilla, sino el de silenciar a los del otro lado. Pero además del silencio, manejan bien otro elemento, que es el relato. En lugar de argumentar racionalmente, cuentan historias. ¿Cuántas de ellas llevamos vistas sobre tradicionalistas, cristianos, etc. malotes, hipócritas, explotadores, insensibles… y sobre progresistas, ateos, etc. nobles, simpáticos, coherentes, sufridores de injusticias…?

Júzguese qué es más eficaz.

(Identifico, quizá temerariamente –y sé que muchos cristianos me lo reprocharían—derecha con cristianismo. Pero, en este contexto, es demostrablemente válido).



*"Astucia y amor", artículo recogido en De las letras y las artes, Edibesa, sin más referencias por parte del editor.