de José María Pemán:
El arma de los tradicionales fue la polémica […] El arma de los antitradicionales fue el
silencio. Contra los krausistas se defendió Menéndez y Pelayo diciendo muchas
cosas gordas de ellos. Contra Menéndez y Pelayo se defendieron los krausistas y
sus hijos no diciendo ninguna cosa de él ni gorda ni flaca.*
No nos cuesta reconocer el cuadro. Nadie puede decir que los
de derechas no se defienden. Antes bien, puede decirse que entran al trapo como
miuras, unas veces en tono airado, otras veces con lógica y racionalidad.
¿Qué hacen los de izquierdas? Es cierto que manejan bien el
silencio, no el silencio de poner la otra mejilla, sino el de silenciar a los
del otro lado. Pero además del silencio, manejan bien otro elemento, que es el relato. En lugar de argumentar
racionalmente, cuentan historias. ¿Cuántas de ellas llevamos vistas sobre
tradicionalistas, cristianos, etc. malotes, hipócritas, explotadores,
insensibles… y sobre progresistas, ateos, etc. nobles, simpáticos, coherentes,
sufridores de injusticias…?
Júzguese qué es más eficaz.
(Identifico, quizá temerariamente –y sé que muchos
cristianos me lo reprocharían—derecha con cristianismo. Pero, en este contexto,
es demostrablemente válido).
*"Astucia y amor", artículo recogido en De las letras y las artes, Edibesa, sin más referencias por parte del editor.