17 septiembre 2013

Sin miedo al futuro


Hace tiempo que tenía curiosidad por este libro, hoy completamente olvidado. El título viene a cifrar lo que para Joaquín Aguirre Bellver es una de las esencias del cristianismo, es decir, la virtud de la esperanza. La primera parte del libro, de hecho, se dedica a mostrar cómo el cristianismo vino a liberar al hombre de la prisión del eterno retorno, una creencia común a la mayor parte de las civilizaciones antiguas. Frente a ese eterno retorno, Cristo nos otorga la posibilidad de la salvación, de la vida eterna, constituido en definitivo sacerdote que entierra a los burócratas de la angustia, como llama el autor con feliz expresión a todos los sacerdotes de los viejos ritos. Nunca más, pues, encerrados en un círculo sin sentido, sino destinados a un trascendente más allá que nos ha de colmar (beatus significa colmado, realizado, dichoso, cosa que no dice el autor pero que me gusta recordar)

Aguirre Bellver, cronista político al fin, no puede evadirse de su circunstancia, la España de 1983, con el terrorismo de ETA en su apogeo, la cual le sirve para ilustrar sus reflexiones en torno a las virtudes cristianas y su reverso, llegando a veces al pegote, como sucede en un capítulo que es ampliación de una conferencia suya. Por otra parte, sus ideas tradicionalistas le juegan una mala pasada cuando critica la doctrina de la santificación del trabajo, que él entiende prácticamente como cooperación al mal, por coadyuvar al mantenimiento del capitalismo, enemigo, como el marxismo, de la religión de Cristo. Me pregunto qué idea tenía de la vida de los primeros cristianos.

Pero esto no es más que un pequeño bache en una exposición por lo general brillante, centrada en el vuelco que supusieron para la humanidad las tres virtudes teologales. La fe y la esperanza no serían sino adhesión a la vida, identificada con Cristo, vencedor de la muerte. Y la sustancia de esa vida es la caridad, que supera los guetos y las catacumbas para ir al encuentro de todo hombre. 

__