Después de “Anzuelo, sedal y plomo”,
Len Deighton puso a cabalgar de nuevo a su Bernard Samson. Esto era
en 1994, aunque la acción de su nueva trilogía comenzaba antes de la caída del
muro.
Deighton no pierde su vis
irónica ni, por supuesto, su capacidad de inventar diálogos en que las
operaciones de alto nivel se mezclan con los problemas familiares. Alemania del
este es aquí la más contumaz de las repúblicas prosoviéticas. Allá va Samson en
una nueva misión, siempre con esa crónica sospecha suya de no ser bienquisto
por sus superiores. La misión resulta una pifia, pues el tipo que había que
sacar de zona roja resulta muerto y el propio Samson deja seco sin querer a un
presunto perseguidor. Pero esto es solo el comienzo.
En lo personal, Samson se debate entre dos amores. Fiona, la
esposa ante la que “debería arrodillarse” y “ya lo hago, pero siempre me
estalla el pantalón y se me sale el culo”, anda algo tocada, según dicen, por
la más que abnegada misión que estuvo acometiendo en las entregas anteriores, y
que culminó con la muerte de su hermana. A Gloria Kent no le da la gana
quitarse de en medio como debería, y Bernard tampoco parece muy interesado en
perderla de vista… Trama negra y trama rosa, como de costumbre, imbricándose en
una lectura morrocotuda.
__