El tema
laicidad
frente a laicismo estuvo muy de moda hace unos años, los que tiene este
folleto que reúne artículos publicados en la
Nueva Revista fundada por
Antonio
Fontán. Hoy se habla menos del asunto aunque no es que haya perdido
vigencia.
Olegario González de Cardedal firma
la pieza más extensa, en la que parte de la libertad del ser humano como
fundamento de la laicidad, siendo el laicismo la opresión ilegítima de una
parte de la sociedad sobre otra. El artículo de
Andrés Ollero lo abandono al notar una punzada en el estómago
producida por su referencia al “racismo de los españoles frente a los
conciudadanos de etnia gitana”.
Ignacio
Sánchez Cámara considera, con razón, artificial la reapertura, desde 2004,
de una “cuestión religiosa” que estaba solventada en nuestro ordenamiento
jurídico. No lo ven, sin embargo, quienes consideran que todo espacio público
es, por definición, ateo, lo que supone no solo la marginación política de los
creyentes, sino la asunción del poder espiritual por parte del poder temporal,
lo que abre el camino al totalitarismo. Una para mí desconocida
Cristina Hermida del Llano apuesta por
una “laicidad de diálogo o activa” que lleve a una colaboración entre el Estado
y la sociedad civil en el ámbito religioso.
Angelo Scola reivindica un lugar para la religión en el espacio
público, ya que esta puede contribuir a mejorar las relaciones sociales y las
prácticas virtuosas.
El volumen se cierra con un fragmento de la homilía (¿diría
“programática”?) de san Josemaría Escrivá, “Amar al mundo apasionadamente”,
como un reconocimiento de su aporte fundamental a esta cuestión cardinal de
nuestro tiempo. Hay también una presentación del editor de Nueva Revista, Miguel Ángel
Garrido Gallardo, filólogo, acerca de la palabra laico.
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