y las naciones civilizadas, dice Fichte con visión de futuro, valiéndose del poder de la ley, de la unidad y de la cultura, continuarán exterminándose entre ellas. La cultura no sirve como freno a la violencia. Esta es una opinión que hubiera sido rechazada de forma unánime prácticamente por la totalidad del pensamiento del siglo XVIII (aunque hay algunas excepciones). Para este siglo, la cultura servía de freno a la violencia porque la cultura era conocimiento, y este nos alertaba acerca de la inconveniencia de la violencia.
Isaiah Berlin, Las raíces del Romanticismo.
Y creo que el prejuicio aún no ha muerto. De hecho, la veneración que a veces se tributa a los intelectuales como santos laicos tiene un origen similar. Y tal vez no sea ajeno a él la polémica desatada en Alemania por la novela Las benévolas, protagonizada por un oficial nazi amante de la música, la literatura y la filosofía, y tan despiadado en la aplicación de la solución final como el más descerebrado de sus sargentos.