12 julio 2025

Cuaderno prohibido

Valeria en la crisis de los cuarenta: un marido más preocupado por sus caprichos otoñales, cual convertirse en guionista de éxito, que por la felicidad conyugal de ella; un hijo y una hija que empiezan a desafiar su autoridad… Total, que a Valeria se le antoja empezar un diario, como a una adolescente cualquiera.

La narración sorprende con un arranque diría que distópico, pues el kiosquero le vende el cuaderno de tapadillo, ya que “está prohibido”. No sabemos por qué, pero el hecho es que, en efecto, el diario parece tener un poder maléfico, pues la lleva a una introspección que revela… ¿su verdad?, no, sino su debilidad. Poco a poco Valeria se sume en un abismo de autocompasión y victimismo que perjudica a la relación con su familia y la lleva a buscar la felicidad en brazos de su jefe, otro cuarentón insatisfecho.

El desenlace a lo Casablanca es algo escéptico, pero nos muestra a una Valeria que se sobrepone al ridículo que estaba a punto de hacer y opta por la relativa felicidad que proporciona la fidelidad a los vínculos contraídos, por encima de estúpidos romanticismos extramatrimoniales y cuarentones. Más de un lector lo lamentará, quizá también la propia autora, pero yo brindo por la decisión de Valeria. Por cierto: un futuro nieto tiene la culpa.

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