En estos tiempos que cuentan con complicadas técnicas para todo, sólo se hace una cosa al buen tuntún: vivir. Así ha llegado la individualidad humana al más extremo rebajamiento –a la cultura democrática.
(En el artículo “Primores de lo vulgar”, de 1916, recogido
en El espectador, II. En nota a pie
de página se cura en salud por la blasfemia: “Cuanto hay de noble en el derecho
democrático, hay de innoble en la moral, las costumbres, el arte y los nervios
democráticos”)