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22 julio 2025
Jean Valjean
Termina Los miserables
llevando al paroxismo la carga folletinesca, con su “¡madre!, ¡hijo!” incluido
(en este caso “¡padre!, ¡hija!”). Jean Valjean mantiene hasta el fin su ideal de
anonadamiento personal y entrega a los demás, aceptando ser víctima de
prejuicios y sacrificando su amor a Cosette. Los candelabros del obispo se
erigen en símbolos de esa santidad de
los nuevos tiempos. El componente épico-histórico se halla en los primeros libros, con Enjolras y sus compañeros
defendiendo la barricada (espero que alguien me explique un día cómo se hace
una revolución desde una barricada). Los fervores del autor y el mitin de
Enjolras hinchan esta parte, mientras que los episodios siguientes (el agotador
periplo de Valjean por las alcantarillas, con Marius a cuestas) son estirados
con la más tediosa de las digresiones de Hugo,
sobre las aguas fecales de París, ya me contarán, y con la descripción de las galerías
subterráneas. Es evidente que al autor le pagaban por páginas, y que debió de
embolsarse un buen pico. Esto hace que sea un libro fácil de editar en
versiones reducidas, de las que debe de haber a decenas.