Gregorio Marañón,
Vocación y ética:
Lo más corriente es
que el instinto sexual y el amor se susciten por detalles momentáneos y
accesorios, cuya eficacia de atracción se desvanece después…
Y pienso en tantos matrimonios rotos porque “ya no sentíamos
nada el uno por el otro”. Sí, dice Marañón, todo sería desengaño y tragedia
si no existiera esa
capacidad prodigiosa que tiene el hombre de crear, a la larga, el amor o la
vocación sin vocación y sin amor iniciales, tan solo con el material de la
convivencia y la buena voluntad. Esta aptitud, la más noble de nuestra especie,
la que más nos acerca al Dios creador, rectifica el error del principio; y
quién sabe si no es, en definitiva, la fuente más pura y elevada de la humana
felicidad.
(Pp. 41 y 42 de la edición de Austral, 1966)