Paso la mañana examinando un libro de texto de Casals. El contenido doctrinal es tan profuso que resulta obsceno. Ya en la portada, “Don Quijote frente a las apuestas”, o algo así, se lo juro. Luego, textos sobre la Greta ecolojeta, sobre la igualdad de las especies, la violencia en la “pareja” …; don Quijote defiende la libertad de conciencia y Cervantes critica la violencia machista… y feminismo, feminismo en cada página. Junto a Fray Luis y San Juan de la Cruz, una Luisa de cuyo apellido ni me acuerdo; junto a Lope y Calderón, otra que tal; sor Juana Inés a la par de Góngora y recordada por su “Hombres necios…”; de Santa Teresa, junto a su doctorado (menos mal) se recuerda, cómo no, su episodio con la Inquisición, y no se menciona una sola autora sin traer a cuento las dificultades que le trajo su sexo y su lucha contra los estereotipos. El material escolar de los años 40, con su exaltación de las glorias patrias, palidece de envidia.
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La última ocurrencia de esas mentes erráticas que se rotulan
con las siglas LGBTI (de momento) se ha presentado en una exposición de tema trans en Barcelona. Según ellos, el binarismo es una forma de opresión que
nos clasifica arbitrariamente en hombres y mujeres. Y no: los genitales,
sépanlo, son individuales, personales e inclasificables. Cada uno agota su
propia especie, como los ángeles. Por supuesto, el consistorio les apoya.
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Me sorprende gratamente el estilo divulgativo, como de
documental televisivo, de un ensayo tan famoso como La crisis de la conciencia europea, de Paul Hazard. Un estupendo relax frente a tanta memez.