No he visto desafiar con más desparpajo el principio de no contradicción que cuando se habla de la España de Franco.
Último ejemplo: en el programa radiofónico de Luis Herrero se habla del centenario de
Carmen Laforet. La voz femenina
proclama:
“Estamos en la posguerra. Las mujeres no escriben ni ganan
premios literarios…”
Y a continuación nos cuentan la historia de una mujer que presenta su primera obra a la primera edición del primer
premio literario instituido tras la guerra, ¡y va y lo gana! Viva la
coherencia, caramba.
Ahí va la lista de los ganadores del Premio Nadal (que Francisco Umbral llamaba dedal por la frecuencia con que lo
ganaban las mujeres) y ahí la de los ganadores del premio Planeta. Y no, en la
posguerra las mujeres no escribían, salvo Concha Espina, Elena Fortún, Pilar
Millán Astray, María Luz Morales, Carmen de Icaza, Ana María de Cagigal, Elisabeth
Mulder, Ángeles Villarta, Eugenia Serrano, Eulalia Galvarriato, Rosa María
Cajal, Susana March, Mercedes Formica, Mercedes Sáenz Alonso, Mercedes
Ballesteros, Elena Quiroga, Dolores Medio, Ana María Matute, Carmen Conde,
Ester de Andreis, Ángela Figuera, Concha Zardoya, María Beneyto o Gloria
Fuertes, por mencionar solo las que empezaron a publicar antes de 1950. ¿Cómo
era aquello del mentiroso y el cojo…?