21 diciembre 2024

El jardinero fiel

Esto es en Kenia, en el entorno de la embajada británica. Matan salvajemente a Tessa Quayle y su presunto amante desaparece: servido el crimen pasional para quien quiera creérselo. Pero resulta que Tessa Quayle estaba investigando las actividades de una empresa farmacológica, que podría estarse dedicando a utilizar a los kenianos como conejillos de Indias para probar un nuevo medicamento contra la tuberculosis.

Si Justin Quayle hubiese sido un marido celoso, todo podría haber colado. Pero, sin que pueda decirse que confía ciegamente en su esposa, Justin parece sentirse como si no la mereciera y como si cualquier aventura extramatrimonial estuviera justificada, cosa que le lleva a confiar en su palabra, al menos mucho más de lo que confía en la de los otros. De modo que comienza a investigar por su cuenta, a costa de pesados interrogatorios policiales y de alguna paliza soberana por parte de los agentes de los malos.

Digamos que, por encima de la trama policiaca, esta es la historia de la redención por amor de un hombre mediocre. Más que redención, mejor hablar de dar por fin sentido a una vida gris y escéptica acerca de la bondad de los hombres a quienes sirve.

La narración, impecable, con un manejo muy sabio del estilo indirecto libre. No me convence del todo, sin embargo, el cambio de perspectiva, que te hace pensar en los primeros capítulos que el protagonista va a ser Sandy Woodrow, cuando en realidad lo es Justin, en cuya piel se mete luego el narrador. Pero bueno.

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