Los temas no se alejan de lo que sugiere el título. Predominan
los oros y los violetas en una colección básicamente paisajística, llena
también de olores y sonidos, además, de, por supuesto, flores y otros elementos
del reino vegetal, tan definitorios de la primavera. La serenidad tendente a la
melancolía es el estado de ánimo que impera, compatible con el gozo de la naturaleza.
Hay un amor en sordina y una muerte que asoma alguna vez. Hasta qué punto el paisaje
es imagen de todo esto se lo dejo a los psicoanalistas de la poesía.
Pertenecen a esta colección algunos de los poemas más
conocidos del de Moguer, como “A caballo va el poeta…”, “Canta, pájaro lejano” “Almoraduj
del monte” o “Verde verderol”.
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