16 noviembre 2024

El secreto del Mago

Casi no se le nota el verso a Luis Alberto de Cuenca, lo cual no sé si es bueno o malo, por cierto. Bien es verdad que en muchos poemas se trata de verso libre, y todavía no veo muy claro por qué ese tipo de poemas no puede escribirse igual en prosa. Muchos de estos podrían estar en prosa sin que se notara en la elocución. Hay una tendencia al encabalgamiento abrupto que tiene su gracia, sin que me atreva a hablar de sus efectos.

Luis Alberto de Cuenca es un decadentista un siglo después del decadentismo, capaz de reivindicar a los viejos que acosaron a Susana; un escéptico que no sufre, o que sufre solo de nostalgia (“al final no pensamos ni recordamos nada que no sea el principio”); un estoico que a ratos se dirige a Dios (el Mago) ahíto de belleza efímera; y, sobre todo, un culturalista que define su vida como este cortometraje que aún protagonizo. Hay una sección dedicada al mundo clásico (“Aristónico y otras antigüedades”), otra a cantar “Por soleares”, cual Manuel Machado de los dos mil (Qué difícil es morirse/ después de oler el perfume/ de tus manos en el cine); y un “Oficio de difuntos” dedicado a amigos fallecidos. De hecho, la muerte, vista cada vez más cercana (Adónde iré,/ rodeado de muerte/ por todas partes) hace frecuente acto de presencia.

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