12 mayo 2008

Entre tolerar una práctica y reconocer un derecho


hay una diferencia esencial. Por ejemplo,

en 1790, George Washington, en una carta al líder de una comunidad judía en Newport (Rhode Island)... desestimó la propia idea de la tolerancia por considerarla esencialmente intolerante, "como si fuera gracias a la indulgencia de una clase de gente que los otros pueden disfrutar de unos derechos inherentes naturales que le son propios". (Citado por Bernard Lewis en "Europa y el Islam")

Hoy, en España, por el contrario, vemos cómo se tiende a que la práctica religiosa sea algo meramente tolerado mientras se erigen en derechos los caprichos homosexuales. Y es que es este tipo de sutilezas el que, en última instancia, permite juzgar a los gobiernos.

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