22 noviembre 2023

Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel

Ha sido sorprendente, porque, no conociendo nada del teatro de los Machado, más que la Lola, no esperaba encontrarme con un pastiche del teatro áureo, y menos con un pastiche tan perfecto. Unos versos impecables, unas réplicas llenas de ingenio y un buen calco, sin exagerar la nota, del español de aquel momento, te hacen creer, por momentos, que estás leyendo a Lope o a Tirso. Solo no cuadra encontrarte con un acto cuarto. Y, ahora que lo pienso, falta el gracioso. Hay un criado muy agudo, Gil Blas, pero tan serio como el resto del reparto.

Julianillo Valcárcel es un bastardo del conde-duque de Olivares, llamado en realidad Enrique, a quien su padre colma de prebendas que a él le traen sin cuidado. Su drama es el de su amor por la dama Leonor: drama porque él ya está casado (lo han casado) con una Juana. Y Leonor, que le corresponde, sabe también que lo suyo no puede llegar a buen término. Hay una desavenencia al final del acto segundo, cuando Julián piensa que ella se entiende con un tal don Abel. Pero vuelven a entenderse, hasta el punto de recurrir Leonor al disfraz de hombre (otro tópico del teatro barroco). Pero a Leonor le entra la responsabilidad y a Enrique la calentura.

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