01 septiembre 2023

En Flandes se ha puesto el sol

Mi idea sobre esta obra antes de leerla: es un vano ejercicio de nostalgia del teatro del Siglo de Oro y de las glorias imperiales. Otra noticia más matizada: la que me llegaba de un señor experto en teatro (no sé si era Ruiz Ramón o García Lorenzo u otro, en todo caso, de ideas progres) que intenta “salvar” la obra recurriendo al momento en que un personaje flamenco le dice a otro que ellos tienen la libertad, representada por una imprenta, mientras que los de enfrente son la tiranía.

Que la obra exalta a los tercios españoles es cierto. Que hay un verso que dice rotundamente “tú eres la libertad, y ellos España”, también. De lo cual deduzco que Marquina quiere que asistamos al choque entre dos sistemas de valores, el antiguo y el moderno; el que pone por delante las libertades civiles y el que se basa en la hidalguía y el honor (“España y yo somos así, señora”, es otro rotundo verso, más famoso que el otro, por cierto). El matrimonio entre el español don Diego y la flamenca Magdalena vendría a ser una apuesta por la conciliación de ambos mundos.

Aparte de esto, Marquina maneja bien el conflicto dramático que se da en unos personajes sujetos a la vez al deber patriótico y a los lazos familiares. Y no me resultan antipáticas esas “cataratas de versos”, que decía chuscamente don Fernando Lázaro refiriéndose no sé si a él o a Zorrilla. Por lo demás, están ausentes esas truculencias típicas del teatro romántico y que sirvieron de pasto a Muñoz Seca con su Don Mendo.

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