13 septiembre 2023

La estrella del capitán Chimista

El título es discutible, porque la mayor parte de la novela se dedica a contarnos las peripecias de Embil, mientras que Chimista queda en segundo plano, eso sí, como el más resabiado de los dos y aquel a quien siempre se vuelve en busca de ayuda o de inspiración. Se diría que es él mismo la estrella, más que su buena suerte, que es a la que se refiere el título en cuestión.

La novela, como es frecuente en Baroja, resulta deshilachada, es una sarta de aventuras de corta duración y no demasiado espectaculares, unidas a la descripción de los mares y las costas de extremo Oriente. A veces recuerda a los lances marinos de Pablo narrados en los Hechos. Embil, como Chimista, es un tipo sin demasiados escrúpulos que sabe dominar a la canalla que puebla aquellos puertos y tiene como único norte la aventura y la búsqueda de fortuna. Chimista, sin embargo, sienta la cabeza en las últimas partes de la narración, feliz en su matrimonio con una mujer inglesa.

Diría que la auténtica novela de aventuras está en la primera parte, cuando Chimista y Embil han de enfrentarse al doctor Mackra, un malote antropófago con algo de Fu-Manchú, que nunca se sabe si sobrevivió a la última derrota. Chimista es “relámpago”, al parecer, en vascuence (así lo decía Baroja, que conste): ¿se sacó de aquí Víctor Mora lo del Capitán Trueno?

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