Según un crítico, la película de 1974 resultaba “una sesión
de fuegos artificiales de excesiva duración”. Aquí los fuegos artificiales, que
imagino aluden a la espectacularidad de los fiestorros que da Gatsby en su
mansión, se hallan bastante atenuados y se da más cancha a lo psicológico, la
psique de unos hombres y mujeres, ya digo, bastante vacíos. La historia avanza
conducida por el otro protagonista, Nick Carraway, para quien su vecino,
Gatsby, resulta una incógnita a cuyo despeje nos invita a contribuir.
Una de las grandes novelas del siglo XX, dicen. Seralo.
*Ponte el sombrero de
oro, si eso la conmueve; si puedes saltar alto, salta también para ella, hasta
que grite “Amante del sombrero de oro, amante saltarín, ¡tienes que ser mío!