03 junio 2012

El enigma best-seller

Me he preguntado con frecuencia, a lo largo de esta lectura, cómo habrían encajado en el esquema que traza David Viñas Piquer casos como el de Torcuato Luca de Tena, Mercedes Salisachs o, en un nivel inferior, José Luis Martín Vigil, Fernando Vizcaíno Casas o Ángel Palomino, que fueron reyes del best-seller en su momento. Viñas hace abundantes referencias a la enemistad entre la crítica seria y los autores de best-sellers y, como suele suceder, se advierte una cierta simpatía del autor hacia su objeto de trabajo: algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y me choca porque es una caridad que nunca se tuvo con los escritores que acabo de citar.

La tesis es la siguiente: los best-seller no se parecen entre sí (salvo los del mismo autor o del mismo género), pero ha de haber algún secreto para su éxito: una especie de best-seller ideal que se halla en el inconsciente del lector y del que participan todos los superventas. Es decir, como titula un capítulo: "De cómo a se parece a z y b se parece a z pero a y b no se parecen entre sí". Luego, Viñas se pone a explicar los rasgos de ese arquetipo, que serían: anabolizantes didácticos (la previa documentación del autor, incrustada tal cual en el libro), cuidados intensivos (explicárselo todo al lector), aventura, fantasía, goticismo, bildung, suspense, acción, erotismo, elemento histórico, sentimentalismo. Todo ello nos resulta familiar, pero tal vez se nos había pasado por alto lo de los anabolizantes y los cuidados intensivos, capítulos en donde el tono del autor se hace más crítico y divertido.

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01 junio 2012

Dívar

Se puede destruir una reputación con un sintagma nominal. Por ejemplo, El caso Dívar. No recuerdo cual era el predicado, pero, con ese sujeto, es decir, con sugerir la mera existencia de un caso, El País ya estaba contribuyendo a poner en la picota al presidente del CGPJ. Cuando lo cierto es que, en puridad, no había tal caso, sino la ocurrencia maliciosa de un juez que resultó desautorizado. No hace falta ni un verbo para arruinar un buen nombre. La retórica periodística es un arma cargada de veneno.

A propósito de Dívar: recuerdo cuando Federico Jiménez Losantos reaccionaba airadamente (un pleonasmo, en su caso) ante la insinuación de José Luis Corcuera de que cierto periodista "perdía aceite". A ti qué te importa lo que pierden o dejan de perder los demás, deja en paz la vida privada de la gente y limítate a la cuestión política de turno, etc. etc., es lo que venía a argüir, con bastante razón, la actual estrella de Es Radio. ¿Sería, pues, mucho pedirle que predique con el ejemplo y deje de hacer gracietas a costa de las creencias y devociones de, por ejemplo, Dívar o Fernández Díaz? Me lo pregunto retóricamente, claro. Por supuesto que sería pedirle mucho. Pero sepa don Federico que pocas veces resulta tan ramplón como cuando se une al coro que los que se creen en la obligación de decir una memez cada vez que alguien se manifiesta como fiel cristiano.

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31 mayo 2012

Indignación


"Me temo que en estos tiempos lo único que está a la altura de las circunstancias es la indignación ciudadana ante la desvergüenza", proclama Forges. Bueno: habría que ver cuántos de esos ciudadanos se indignan porque no les hayan puesto a ellos donde lo hay. Porque los políticos, banqueros y empresarios provienen de la sociedad, a no ser que interpretemos que se trata de una casta parásita, genéticamente determinada a comportarse como aves de rapiña, tal lo que pensaban los nacionalsocialistas de los judíos.

Indignarse cuando los otros se lo llevan tiene poco mérito. Uno se retrata cuando le ponen junto a la pasta.


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28 mayo 2012

Oportunidad de callar

En una "Nota del editor", la versión de Guerra y paz de la editorial Taller de Mario Muchnik (la mejor hasta ahora, según dicen no sólo ellos) avisa de que ha respetado las muchas frases en francés que aparecen en la novela, y que además no las pone en cursiva cuando hablan los personajes, ya que "la gente no habla en cursivas".

Valiente melonada. Hablarán en versalitas, entonces. Habría quedado mejor si dice que lo hacen para reflejar la naturalidad con que la aristocracia rusa de la época usaba el francés. Pero se habría quedado sin frase, claro.

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25 mayo 2012

Todos queremos ser excelentes

Esta pancarta, exhibida este martes durante las movilizaciones del sector educativo socialista, tiene algo de berlanguiano, o de codornicesco, de humor absurdo, en definitiva, pues es claro que el concepto de excelencia excluye al de todos, ya desde la propia composición de la palabra, con ese ex, que implica sobresalir. Si todos sobresalen, en efecto, nadie sobresale. Si todos son excelentes, nadie es excelente. Y, sin embargo, es una frase que resume muy bien lo que ha sido la educación en España desde la LOGSE a esta parte: la entronización de la pedagogía de la envidia, hacer como que vale el que no vale, ocultar cuidadosamente al que despunta. Las fuerzas de choque que estos días nutren las protestas callejeras han sido cuidadosamente preparadas durante veinte años: el fracaso escolar patente y el oculto están ahí, gritando consignas que nadie sabe lo que significan. Los famosos recortes no son más que la excusa, y eso se ve a nada que se rasque. Lo que realmente incomoda a los socialistas es que pueda irse a una educación de calidad, donde todos tengan cabida pero salgan con distintos grados de preparación porque distintas son las inteligencias y las capacidades. Bajo el pretexto de los dineros, han vuelto a oírse las tópicas proclamas totalitarias sobre la escuela de todos y de todas, el dinero público para la escuela pública..., pero probablemente la que encabeza esta entrada sea una de las más sinceras, y más significativas: todos excelentes, todos cenutrios, todos convertidos en pasta base para experimentos sociales.

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24 mayo 2012

"Pruebas de diagnóstico" de 2º de ESO

Se propone un texto del siguiente tenor:


Lengua de signos: chimpancés hablan, mienten y hacen poesía
El matrimonio estadounidense Deborah y Roger Fouts ha dedicado su vida a combatir la idea de que el lenguaje es el rasgo que más diferencia a los humanos del resto de los animales. Han sido más de 40 años de trabajo con unos chimpancés que no sólo han aprendido a comunicarse con el lenguaje de signos, sino también a mentir y hacer poesía.

Y sigue en este plan, les juro que sin el menor ánimo de coña.

Pero que conste que la educación en España está en peligro por culpa de los recortes.

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22 mayo 2012

La vida en sordina

El título original de esta novela es Deaf sentence, o sea, "Sentencia de sordera", que, por supuesto, al ser traducido pierde su parecido con sentencia de muerte. El traductor ha hecho lo que ha podido con el resto de juegos de palabras que salpican la obra, como consecuencia de la sordera del protagonista; pero, como no son ni de lejos lo más chispeante del relato, importa poco. Esto es que Desmond Bates, lingüista jubilado, tiene que aprender a convivir con su defecto auditivo, que le causa algún quebradero de cabeza con una doctoranda chiflada y que le supone una lección de humildad en las relaciones con su mujer y con su padre, sordo también ademas de muy anciano. El trato con parientes y amigos completa el cuadro de la existencia de Desmond. Lo interesante es que el defecto físico le conduce a una reflexión sobre la muerte, presente no sólo como especulación sino como realidad: su primera mujer murió de cáncer, el padre morirá también al final de la historia y una visita a Auschwitz marcará profundamente a Desmond coincidiendo casi con ese hecho. El tono grave y el humorístico se compenetran, pues, perfectamente en una obra que presenta una cara amable de la vida, lejos de angustias existenciales y de cinismos. Los personajes enseñan sin pudor sus defectos humanos pero la bondad suele prevalecer. Vulnerable a las fantasías sexuales, Desmond sabe sobreponerse a los acosos de la doctoranda de marras; sometido a la prueba de la enfermedad terminal de la persona querida, puede ceder a la falsa compasión pero no a fáciles frivolidades sobre la eutanasia. La Gracia de algún modo está ahí, luchando por abrirse paso.


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18 mayo 2012

A la doctrina y al discípulo

Prologando el libro de los esposos Hahn, Peter Kreeft enumera varias razones que explican su atractivo. Me quedé con una de ellas, muy obvia pero que siempre conviene recordar.
 


La tercera es su forma de armonizar -como Cristo- la ortodoxia bíblica y católica con la sensibilidad por la persona. En otras palabras, su amor a la verdad y a la gente; a la doctrina y al discípulo. Este doble amor es el secreto principal de los grandes maestros.


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15 mayo 2012

Derecho a no leer

Últimamente se oye hablar mucho, como si hubieran descubierto la pólvora, del derecho a no terminar un libro. Y digo yo: hombre, claro. A ver quién es el dictador fascista dogmático que quiere quitarnos ese derecho. Que me lo traigan. Por otro lado, quien se obliga porque sí a terminar un libro es tonto del culo. Eso para empezar.

Pero digo porque sí. Y es que, junto a lo del derecho a no terminar, se suele insistir en que la lectura tiene que ser un placer y no una obligación. Y esto no deja de producirme cierto incomodo, porque me trae un regusto a ese nomeapetecismo (con perdón) tan a la orden del día, aún. Una buena lectura es un placer, sí. Pero, ¿ha de ser siempre ese el motivo para abrir un libro, o para no cerrarlo? ¿No puede mediar la curiosidad intelectual, o el deseo de instrucción?

"No me gusta", "no me dice nada"... ¿Has pasado de la página ochenta, acaso? Porque un libro suele ser un todo coherente. En esa página habría dejado yo Retorno a Brideshead si no hubiera sido por años de disciplina, y me habría perdido un final de ovación y vuelta al ruedo. Yo leo, por poner un ejemplo, a Raymond Chandler por gustito, a Thomas Mann por curiosidad y a Martin Rhonheimer para aprender. Y estos últimos pueden darme gustito o no, pero no suelo abandonar la lectura a no ser que: a) no entienda nada; b) el tío se me ponga muy verde (es decir, que me tome por subnormal); c) que se me ponga muy políticamente correcto (es decir, que lo sea él). Bien es cierto que soy profesor de literatura y eso me crea algunos deberes. Tomen y dejen ustedes libros a su aire, faltaría más. Eso sí (y esta es otra): previa información de qué cosas merecen la inversión y por qué.

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14 mayo 2012

El tercer hombre

Harry Lime es el cinismo, y la virtud humana puesta el servicio del mal. Habría sido el perfecto líder totalitario. Dice creer aún, y que esa fe le lleva a hacer felices a las pobres gentes por el procedimiento de acelerar su muerte. Pero es muy dudoso, claro, y si vemos la sonrisa de Orson Welles en la película ya no es nada dudoso (es lo malo de tener novela y película a la vez, que no puedes aislar la una de la otra). Se trata de un tipo que ha borrado los conceptos de bien y de mal, y por tanto también a su fundamento. Es el Stavrogin de Dostoievski (creo que se llamaba Stavrogin el ateo de Demonios) convertido en tipo práctico y prudente. Pero creo que este tipo de personaje ha existido siempre.

Graham Greene toma una curiosa distancia, doble distancia, con respecto a su personaje, ya que no es el amigo, Rollo Martins, quien narra, sino un policía, bien que muchas veces a través de la conciencia de Rollo (en la película Holly; o algo así). Supongo que quiere darnos una visión más imparcial de la psicología de este, que, por cierto, da más impresión de fragilidad, también física, que Joseph Cotten en el film. Al contrario que Lime, Rollo Martins es la falta de virtudes unida a una clara conciencia del bien y el mal.

Es curioso que sea en la novela donde el prota se lleva a la chica. Pero también resulta muy cinematográfica esa fidelidad irracional de las mujeres a gente como Lime. Por otro lado no sé qué falta hacía Anna, ni en un sitio ni en otro, salvando el hecho de que junto a todo hombre suele haber una mujer.


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11 mayo 2012

La religión tendrá dos formas de enseñanza en la escuela:



una, la correspondiente a la mayoría de la población que la solicita en el ejercicio de sus derechos primordiales, y que luego la legislación articula. Otra, la que por responsabilidad propia establece la autoridad educativa, ya que tal saber resulta esencial para comprender lo que ha sido la historia humana general y nuestra particular historia hispánica, a la vez que necesaria para que el trato entre grupos religiosos distintos sea real convivencia y no mera tolerancia en espera del resarcimiento. Si en 1970 llegó a parecer indiscutible que política y economía eran los dos poderes determinantes de la vida humana, en 2003 es evidente que culturas y religiones son potencias más originarias y radicales. ignorarlas es, primero, desconocer al hombre y, después, despreciar a la sociedad.



¿Un proyecto de ley del nuevo Departamento de Educación? No caerá esa breva. Olegario González de Cardedal, "Escuela, religión, teología", en una tercera de ABC del 2003, y gracias.

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09 mayo 2012

En democracia no hay censura.

Hay revisiones.

(Y académicos calzonazos)

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07 mayo 2012

Marina

Óscar, enigmático y solemne, nos cuenta en la obertura de esta danza macabra que una semana de 1980 desapareció del mapa. No es para menos, después de vivir una apabullante historia de miedo que termina con una ruptura de corazón. Imaginen ustedes todos los elementos de la novela gótica a pleno rendimiento: apariciones fantasmales, mansiones vetustas, gatos negros (si es que "Kafka" era negro, que no me acuerdo), muertos que se levantan, doctores chiflados, teatros abandonados, viejas divas muertas en vida, asesinatos espeluznantes, internados, pálidas damitas, sirvientes sospechosos, noches heladas, hijos que no lo son de quien se pensaba, invernaderos, cementerios, ráfagas de viento, puertas que chirrían, hedor a muerte, todo en una trama a medias entre Frankenstein y el doctor Moreau. Lo curioso es que ni a Óscar ni a Marina les han dado vela en ese entierro, aunque se pongan a jugar a detectives como si les fuera en ello la vida; y con tal éxito que todo el mundo se les confiesa a la primera de cambio, en auténticas piezas oratorias de esas que normalmente se dejan para el final del novelón. En definitiva, comicidad involuntaria a raudales, aumentada por esas sentencias casi zapaterianas que emiten de vez en cuando algunos personajes, sobre todo los zarandeados por la vida y de vuelta de todo, en plan estoico. Y, sin embargo, la novela no se te cae de las manos, gracias a ese manejo de los recursos narrativos que tiene Carlos Ruiz Zafón, insisto, sobresaliente en taller de narrativa. Es más, diría que Marina, aunque pase por obra menor, es por lo menos mejor que El juego del ángel, que tanto vendió y que es lo otro que conozco de su pluma.


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05 mayo 2012

"Porque en él acaban por separarse" (Olga vs. Melibea)

La serpiente de la duda despertó y se agitó en su corazón... ¿Estaría enamorada de él o se limitaba a casarse?
-Sin embargo, hay otro camino para la felicidad -dijo.
-¿Cuál?
-El amor, a veces, no espera, no resiste, no calcula... La mujer arde de pasión, padece tormentos y alegrías que...
-Yo no conozco ese camino -respondió Olga.
-En ese camino la mujer lo sacrifica todo: tranquilidad, fama, respeto, y halla su recompensa en el amor... que para ella lo sustituye todo.
-¿Es que nosotros necesitamos seguir ese camino?
-No.
-¿Te gustaría encontrar la felicidad a costa de mi paz y del respeto que me debo?
-¡Oh, no, no! Te juro por Dios que por nada del mundo -respondió Oblomov con ardor.
-¿Por qué, entonces, me hablas de eso?
-De veras que no lo sé...
-Pues yo sí lo sé. Quieres saber si habría sacrificado por ti mi tranquilidad, si te hubiera seguido por ese camino, ¿no es cierto?
-Sí, creo que has adivinado... ¿Y bien?
-¡Nunca, por nada del mundo! -respondió Olga con firmeza.
Oblomov quedó pensativo y luego suspiró.
-Sí, es un camino terrible y se necesita mucho amor para que una mujer lo siga, que sacrifique su vida por amor. [...]
-Imagínate -siguió diciendo Oblomov- que Soñechka, que no vale lo que tu dedo meñique, no te saludara de pronto al verte.
Olga sonrió y en sus ojos brilló la misma serenidad. Oblomov se dejó llevar por la necesidad, que le dictaba su amor propio, de exigir sacrificios de Olga en aras del amor y embriagarse con ello.
-Imagínate que los hombres al acercarse a ti no bajaran los ojos con tímido respeto, sino que te miraran con una sonrisa atrevida y pícara... [...] Imagínate que al entrar en un salón varias personas hicieran gestos de indignación; alguno que otro cambiaría de sitio..., pero tu orgullo sería el mismo de siempre y tendrías conciencia de ser mejor que ellos, de ser superior a todos.
-¿Por qué me dices todos esos horrores? -preguntó tranquilamente-. Nunca iré por ese camino.
-¿Nunca? -preguntó Oblomov, abatido.
-¡Nunca! -repitió ella.
-Claro -dijo pensativo-, tú no serías capaz de enfrentarte al deshonor. Tal vez no le tuvieras miedo a la muerte; lo terrible no es la ejecución, sino los preparativos para ella, las torturas continuas. Tú no podrías soportarlas y te agostarías, ¿no es cierto?
Oblomov seguía escrutando sus ojos para ver su reacción. Pero Olga parecía contenta; esos cuadros de horror no la habían impresionado. Una leve sonrisa se dibujaba en sus labios.
-¡No quiero ni agostarme ni morir! Todo eso no vale -dijo al fin-. Se puede ir por distinto camino y querer aún más...
-¿Y por qué no irías por ese camino si no tienes miedo? -preguntó Oblomov con insistencia y casi con fastidio.
-Porque en él... acaban... por separarse -dijo ella-, y para mí... separarme de ti... [...] ¡Nunca!
Oblomov lanzó un grito de júbilo y cayó a sus pies sobre la hierba.

Iván A. Goncharov, Oblomov
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03 mayo 2012

Sugerencias para los que dicen Girona y Lleida

Ya hablamos aquí de las coles de Bruxelles y de las naranjas de la Chunghwa. Además, digan desde ahora:

-Agua de Köln.
-El Donau azul.
-Poner una pica en Vlaams.
-Síndrome de Stockholm
-El contubernio de München.
-La Sábana Santa de Torino.
-55 días en Beijing (esta ya está pillada).
-Objetivo Myanmar (también).
-Madre Teresa de Kolkata.
-San Antonio de Padova.
-Santa Margarita de Scotland.
-Santa Isabel de Magyarország.
-Carlos I de España y V de Deutschland.
-En el portal de Bethlehem hay estrellas, sol y luna.

Esto, para empezar, y ya iremos añadiendo nuevas lecciones.

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02 mayo 2012

Carta a don Juan

Con el título de uno de ellos reúne Agustín Cerezales, en la editorial Menoscuarto, los cuentos de su madre, Carmen Laforet. Ya se sabe, esa manía de publicarlo todo, todo, de algún ilustre muerto, incluso aquellas cosas que al difunto le habrían sonrojado si hubieran salido en vida. Al menos por lo que nos dicen las "Notas del editor", sólo unos cuantos de estos relatos fueron recogidos por la autora para su publicación, y salieron en efecto en el volumen titulado La muerta. Otros aparecieron en revistas, y hay alguno, como "La leyenda de Alcorah", que no es más que un ejercicio de juventud, de mucha juventud, pues ya sabemos que Carmen Laforet maduró literariamente a los 23 años.

Lo cierto es que, salvando este y algún otro de la misma época ("El infierno" es bastante disparatado) estas piezas son de gran dignidad. Y variedad, aunque hay tendencia al neorrealismo, como cabe esperar. De la simple pintura social, como en "La fotografía", se inclinan a veces hacia la desolación, caso de "El veraneo" o "El regreso", a veces hacia el triunfo del amor y la virtud, como puede verse en "Un matrimono" o "En la edad del pato", para llegar incluso a la ejemplaridad cristiana y pro-vida de "El aguinaldo", muy propio de la época navideña en que se desarrolla su acción. No faltan los toques humorísticos ("La buena esposa y un turmix", "El alivio"), pero casi casi me quedaría con el que da título al volumen, esa "Carta a don Juan" escrita por una mujer inteligente y equilibrada como su autora.


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30 abril 2012

Nada de disculpas: a tomar el aire.

O mejor dicho, las dos cosas: disculpas y a la calle. He tenido que oír que el ministro del interior ha pedido disculpas por decir que las víctimas del terrorismo buscan venganza, para creerme que lo haya dicho. Que un miembro del Sindicato de Estudiantes confunda venganza y administración de justicia, es comprensible; que lo haga un ministro del interior normal (quiero decir, no del GAL) está aún por bautizar.

A veces, oyendo a los políticos, desde el proceso de paz a esta parte, se diría que el Estado es el administrador del perdón que las víctimas, como buenos cristianos, deberían otorgar a sus agresores. Lo cual, en un Estado que se precia de tan laico, resulta ya el colmo.

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29 abril 2012

Una novela mete el mundo en un frasco de cristal;

el contenido adopta su forma, pero la vasija ha de ser transparente.

Carlos Pujol, Cuadernos de escritura

Bueno, me pareció la mejor síntesis sobre realismo y no realismo en la ficción novelesca.

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28 abril 2012

El libro negro de Carrillo

Este es, en parte, un libro de circunstancias, que trata de poner las cosas en su sitio después de que Santiago Carrillo, en un homenaje a su persona, hablara de buenos y malos en la guerra civil, siendo, por supuesto, los buenos los republicanos o rojos. Esparza aprovecha también otra ocurrencia de Carrillo, cuando dijo que el personaje que le había inspirado para lanzarse a la aventura revolucionaria fue el niño Gavroche, que aparece, creo, en Los miserables de Víctor Hugo. Esto le sirve al autor como una especie de recurso literario, pues el libro está escrito en tono de divulgación y con buen arte expositivo-narrativo.

Es, en efecto, una especie de biografía negra, que resalta los procedimientos totalitarios que empleó Carrillo en su lucha contra el adversario político... y contra sus rivales del mismo bando e incluso del mismo PCE. Pues, de hecho, como el mismo Esparza no cesa de poner de relieve, los métodos de Carrillo no son otros que los del comunismo internacional. No se trata de sacar a la luz los vicios del personaje, sino de mostrar su sintonía con una ideología que lleva el crimen y la destrucción en su misma entraña.

En un libro que no revela nada nuevo, sino que sintetiza fuentes en gran parte comunistas (Líster, Gregorio Morán, Jorge Semprún), lo que más me ha sorprendido es el extremo de humillación al que llegaron los militantes represaliados, con sus actos de contrición ante el comité central, en línea también con lo sucedido en el PCUS durante tantos años.


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26 abril 2012

No podemos aquí pasar por alto

el hecho de que la América hispánica, no Norteamérica como solemos dar hoy día por supuesto, fue la primera expansión "occidental" de Europa y conserva su esencial carácter occidental -lengua, religión, derecho, medicina, estructuras institucionales, etc.- a pesar de los esfuerzos para reasignarla al llamado "tercer mundo". Durante la mayor parte de un siglo, la América hispánica ha escuchado sobre todo a quienes glorifican sus elementos aborígenes. Tal vez esté llegando el momento en que esas repúblicas reclamarán también su original destino occidental.

Harold Raley, El espíritu de España

Pues algo debemos de estar haciendo mal.

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25 abril 2012

Naranjas de la Chunghwa

Incomoda lo suyo leer a cada paso Empordà, Figueres o Girona en la traducción castellana (Destino) del Cuaderno Gris de Pla, a cargo de Dionisio Ridruejo. Resulta sorprendente que nadie le enseñara a este hombre que la mayoría de los topónimos catalanes tienen versión castellana. Imagino que en la verdulería pediría coles de Bruxelles. Lo que no sé es por qué no tituló su propio libro Cuadernos de Rossiya.

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23 abril 2012

Grandes esperanzas


La señorita Havisham es uno de los personajes más siniestros de Dickens y a la vez uno de los más dignos de compasión. "No se puede pedir a un hombre que sea justo cuando se ha destrozado su vida entera", concluía Ellery Queen una de sus novelas, en que el asesino era la novia del amigo. La atmósfera en que se recluye la señorita Havisham, con el tiempo detenido, el enmohecido pastel de boda, la oscuridad, los bicharracos, todo eso que da un aire de novela gótica a Grandes esperanzas, es secundario en comparación con el terror que inspira una mujer que dedica su vida a educar a una niña para que rompa el corazón a los hombres. El propio Dickens se adelantó a sus exegetas cuando la definió como arruinada "por la vanidad del dolor, que había sido su principal manía, como la vanidad de la penitencia, del remordimiento y de la indignidad". Su castigo es la amargura producida por la venganza.

Pero Estella, la niña cruel, es para Pip lo que aquel aguijón o ángel de Satanás que afligía a san Pablo para que no se enorgulleciera. El amor de él y los desdenes de ella consiguen que Pip no se convierta en un engreído insoportable al estilo Drummle. Ya podían haberle enseñado al traductor que cuando unos ingleses se llaman por el nombre de pila se están tuteando. ¡Qué agonía, oírles llamarse de usted todo el rato!

Grandes esperanzas: el título más irónico de Dickens, probablemente. Bien es verdad que queda abierta la puerta de la felicidad. Mucho tenía que haber cambiado Dickens para que sucediera lo contrario.




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22 abril 2012

Una barbaridad

En España hemos idealizado a los intelectuales más de lo que los hemos leído. Por lo que se oye a veces, se diría que son los abanderados de la civilización frente a la barbarie, y con frecuencia olvidamos la parte que tuvieron en nuestras violencias, por acción o por pensamiento. Es fácil citar a Alberti o a Miguel Hernández, pero el propio Unamuno, que tanto lamentó la guerra incivil y que murió desolado por aquella matanza, escribió cosas como estas:

Una vez, ¿te acuerdas?, vimos a ocho o diez mozos reunirse y seguir a uno que les decía: "¡vamos a hacer una barbaridad!" Y eso es lo que tú y yo anhelamos: que el pueblo se apiñe, y, gritando: "¡vamos a hacer una barbaridad!", se ponga en marcha.
[...]
¿Qué se teme? ¿Que se trabe pendencia y se encienda la guerra civil de nuevo? ¡Mejor que mejor! Es lo que necesitamos. Sí, eso es lo que necesitamos: una guerra civil... Una nueva guerra civil, con unas u otras armas... ¿No oís hablar de paz, de una paz más mortal que la muerte misma, a todos los miserables que viven presos de la mentira?... ¡Paz, paz, paz!, croan a coro todas las ranas y los renacuajos de nuestro charco. ¡Raza de víboras la de esos que piden paz! Piden paz para poder morder y roer y emponzoñar más a sus anchas. (en Vida de don quijote y Sancho)

Y comenta con acierto su editor, Alberto Navarro:

Unamuno, al actualizar el violento embestir impremeditado de don Quijote, no sólo acentúa la peyorativa deformación del prójimo, sino que, en ocasiones, incita a un brutal embestir que poco, o nada, tiene que ver con el generoso y compasivo embestir del loco Hidalgo Manchego para acorrer menesterosos, castigar opresores y enaltecer a Dulcinea.

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19 abril 2012

Pedir peras al olmo

se parece bastante a pedir perdón a quien desconoce ese concepto. Lo tomará como una victoria y como una ocasión de humillar al enemigo. Como bien indica el Trasgo, son los herederos ideológicos de la KGB y los responsables de la ruina moral y económica de España quienes más han clamado contra la real cacería en Botswana. Me traen sin cuidado Juan Carlos y la monarquía, pero si el asunto de los elefantes es para pedir la república, los despilfarros y las corruptelas, no solo monetarias, de los últimos treinta años serían más que suficientes para reivindicar el nacionalsindicalismo.

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18 abril 2012

El mar


Junto al mar (lo más parecido a Dios que sale aquí) transcurre esta novela intimista de este hombre al que todo el mundo alaba su capacidad de hacer prosa intimista. Max Morden se retira a Los Cedros, una casa en la costa irlandesa, después de haber perdido a su mujer como consecuencia de un cáncer. Allí está la señorita Vavasour, su patrona, y el coronel Blunden. Y la narración transcurre entre presente y pasado, pero el pasado es el remoto de la infancia de Max y el reciente de la enfermedad de Anna. Esta lleva bastante bien su enfermedad, o al menos así se lo hace ver a Max. Ni que decir tiene que resulta el personaje más simpático, en sus breves apariciones. En cuanto al pasado remoto, se centra en un verano en el que Max conoció a la familia Grace: los padres, los hijos (Chloe y Miles) y la asistenta Rose. Estos, aunque omnipresentes, resultan más distantes, tal vez por ser percibidos a través de una mirada de niño.

¿Intimista, dije? En realidad, Max nos habla bastante poco de sí mismo y mucho de las cosas que va viendo. En ese sentido tal vez le vendría mejor el calificativo de impresionista. Y ahí, en efecto, Banville es un maestro. Casi al final descubriremos que hubo otro drama, correlato tal vez del de Anna, y lo que se nos cuenta es la conciencia de Max conectando ambos episodios. Resignación e ironía son las notas dominantes en este flujo de conciencia, junto con la presencia del mar, ya digo, como un Dios inescrutable en sus designios.

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16 abril 2012

Desatada


Un dirigente local del PSOE, recién estrenado, dice que espera lograr que el partido se convierta en una verdadera alternativa de gobierno frente a una derecha desatada. Y esto, como dice Eulogio López, es bello e instructivo. El término sugiere, como habrán deducido, que lo normal es que la derecha esté atada. En la fraseología socialista, la derecha es algo irracional, una especie de tsunami o de jauría desbocada a la que hay que frenar, verbo este también muy frecuentado en sus campañas: hay que frenar a la derecha.

En suma, la derecha tiene que estar ahí, faltaría más, para eso estamos en democracia; pero gobernando lo justo. Se la tolera, pero atada, como los perros. Lo peor es que eso fue asumido por la derecha ya desde 1933 y, salvo excepciones, no parecen haber cambiado mucho.

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12 abril 2012

Arturo Pérez


Bien, ya estamos otra vez, que si Pérez-Reverte ha dicho o ha dejado de decir. Y ya debería valernos, porque Pérez-Reverte lleva veinte años escribiendo el mismo artículo con este tema: he aquí yo. O, mejor dicho, mi yo promocional, porque hay plumíferos que se venden a sí mismos junto con sus libros. Lo hicieron Cela y Umbral, lo hacen Sánchez Dragó y Almudena Grandes. Y, en Pérez-Reverte, el insulto forma parte de esa imagen: porque yo me he curtido entre gente de mal vivir, ruda y elemental, y se me ha pegado su lenguaje y su desprecio por las hipocresías de la civilización. Es un personaje políticamente incorrecto ma non troppo para quien el clero, y los cristianos en general, son una diana fácil, porque no responderán con pólvora sino con argumentos, y yo me río de los argumentos, que tan poco tienen que ver con la puñetera vida. Sí, pero también pesa en él la tradición del jaque hispánico, del miles gloriosus (del chuloputas, que podría decir él mismo). Pero este valentón no repudia a los homosexuales, sino que se erige en su primo de zumosol: yo he conocido a muchos de esos maricones que toman por el culo como quien aborda un bergantín o juega a la ruleta rusa; son más auténticos que toda esa clerigalla venenosa. La música es vieja y ya empalaga. No hablemos más de él, sino míralo y pasa. Y si te gustan sus novelas, las lees y en paz.

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11 abril 2012

La muerte de una dama


La que se muere es Obdulia Montcada, viuda de Bearn. Y su agonía (que no tiene mucho de tal, pues pocos han pasado este trance con la tranquilidad de este personaje) viene a ser una especie de macguffin de la novela, si he entendido bien lo que significa este terminillo: ese motivo que pone en marcha la trama pero que no constituye lo esencial de ella ni la modifica gran cosa, aunque esté ahí constantemente. En ese sentido, esta novela se parece a la Miss Giacomini de su hermano Miguel, en la cual la llegada de la acróbata desencadena un sinfin de reacciones que nos sirven para revelar la catadura de los personajes, sin que lleguemos a conocer a la Giacomini en cuestión.

Como en esta, en La muerte de una dama hay numerosos flashbacks: es en realidad un contrapunto entre pasado y presente que, como digo, nos va retratando a las personas que forman el entorno de la dama; retratándolos bastante desfavorablemente, por cierto, aunque no se trate de criminales ni de gente de mal vivir. Bueno, para decirlo ya, se trata de la típica sátira de vicios de las clases pudientes, esos vicios que rara vez suelen decir en confesión porque no piensan que los tienen: vanidades, envidias, junto con algún libertinaje cuidadosamente celado. El personaje más original es quizá el de Aina Cohen, la poetisa local, que ejerce de hacedora de versos en plan regionalista reprimiendo quizá algún talento más personal y que nos descubre (a mí, por lo menos) a una curiosa casta como es la de los chuetas, tan desconocida en otros pagos.

Por cierto: el autor es Lorenzo (o Llorenc, vale) Villalonga.

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09 abril 2012

Mirar por un canuto.


Resulta lamentable ver cómo nuestros críticos empequeñecen a los autores españoles, reduciendo su alcance a lo meramente local o circunstancial y (sobre todo si se trata de la posguerra) haciéndolos portavoces de una oposición política solapada. Carme Riera, hablando de los cuentos de Carmen Laforet:

...cuya lectura considero altamente recomendable no sólo para los interesados por la obra de Laforet y la literatura de posguerra sino también para los estudiosos de nuestra historia, ya que en ellos se refleja extraordinariamente la situación social de aquel entonces, la de un país gris, pacato y pobre... etc. etc.

Si abrimos a René Albères (Panorama de las literaturas europeas), el horizonte se ensancha:

Después de haber acusado al universo de absurdo, el hombre se acusa de mentira y cobardía. Sabe que está encerrado en sí mismo y se le confiesa también. En 1944, la novela Nada, de la joven española Carmen Laforet, cercana de Julien Green, es la expresión de esa soledad. "De nada sirve correr si hay que seguir siempre el mismo camino, encerrado entre las paredes de nuestra personalidad".

No sé si me explico.

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07 abril 2012

"Incomparablemente superior a los acentos más inspirados de Sófocles o de Píndaro"


Así dice Charles Moeller que es el pregón de la Vigilia Pascual, que se oirá esta noche.

La alegría, en esos momentos, alcanza acentos inenarrables, culminando en la inolvidable y santamente audaz felix culpa quae talem ac tantum meruit habere Redemptorem. Este canto del pueblo que ha sido salvado de la muerte debería saberlo de memoria todo el pueblo cristiano.

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04 abril 2012

Cristianismo y laicidad


Martin Rhonheimer se explica como un libro, y le entenderá mal quien quiera entenderle mal; pero he de reconocer que a veces me saca de quicio: esa entronización de la democracia liberal como el no va más de las realizaciones humanas en política, junto al empeño de disuadirnos de deslegitimar cualquier decisión tomada de acuerdo a las reglas del juego democrático, nos da en el rostro a quienes, por las circunstancias históricas españolas, hemos conocido a tantos beatos de la democracia, a tanto personajillo que se adornaba con esas flores como si se tratase de un expediente de limpieza de sangre, mientras personalmente no le llegaba a los tobillos a cualquiera de los ministros de la dictadura.

De hecho, una lectura superficial podría llevar a pensar que Rhonheimer considera la democracia como un apriori que se antepone a la propia Revelación. Eso no demostraría más, sin embargo, que la profundidad con que ha arraigado en nosotros la confusión entre el orden espiritual y el temporal, entre moral y política. Sí, la democracia sería un apriori, como lo es un buen campo para que florezca lo que queremos sembrar. Es el mejor de los sistemas (interpreto a Rhonheimer) porque no es más que un espacio de libertades, donde todos se la juegan con los puños desnudos, sin apoyo institucional, donde los fieles cristianos actúan con plena responsabilidad, con las mismas armas que sus rivales. Algo así como cuando los héroes de mi niñez arrojaban las armas para luchar cuerpo a cuerpo con el malo (o, viceversa, despojaban a este de las suyas -¿pongamos el estado laicista?-: "ahora estamos igualados").

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03 abril 2012

Una característica del estado permisivo

frente al represivo es que, lo que este gastaba en fustas, lo invierte aquel en epítetos. Es notoria la retórica vana que se ha derrochado durante cuarenta años para calificar la maldad de los etarras, mientras estos circulaban alegremente por la calle pavoneándose ante sus víctimas. Estos días, resultaba patético el esfuerzo de ciertos locutores de radio por adjetivar adecuadamente al imán que instruía sobre cómo zurrar a las mujeres o al tipo que cometió el atentado de Toulouse. Pensaba yo que si el castigo fuese proporcional a la contundencia verbal, la vida en Europa sería mucho más segura.

Y eso en todos los ámbitos. Haga usted plantos y palinodias para lamentar la pederastia en el seno de la Iglesia, para después tener que leer (aún no me lo creo) que un cardenal de la Santa Madre califica como "estilo de vida que no cumple en su totalidad con los ideales de la Iglesia" lo que el Catecismo Mayor de san Pío X llamaba "pecado que clama al cielo", y deja a uno de sus párrocos con el culo... bien, mejor haremos otra metáfora, lo deja a los pies de los caballos metiendo en el consejo parroquial a un gay que vive con su pareja. Y aquí clamando porque no salen las procesiones.

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01 abril 2012

Por qué el hombre moderno ha de ser religioso.


Por el hecho de que el hombre ha conquistado un poder inimaginable hasta entonces sobre la naturaleza, el hombre se ha cargado también al mismo tiempo de una responsabilidad insospechada hacia sí mismo y hacia la naturaleza. Y esta responsabilidad no puede soportarla sino como el que es siempre y a la vez: sujeto individual y totalidad social. Únicamente dentro de esta tensión el hombre es verdaderamente hombre. Esta responsabilidad es pesada, pero está también de tal modo regulada, que no la puede llevar él solo. Pero, como no puede compartirla con la naturaleza, no le queda más que compartirla con el Creador. En la oración, en el don de sí mismo, en el contacto con aquel que no es un elemento de la naturaleza y que no presenta al hombre ninguna receta para descargarle de su responsabilidad de ser libre.

Hans Urs von Balthasar, Dieu et l´homme aujourd´hui, citado por Charles Moeller, Mentalidad moderna y evangelización

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29 marzo 2012

Cuadernos de escritura


Se reúne con este nombre una buena colección de aforismos de Carlos Pujol sobre el fenómeno literario, junto a algunos artículos, agrupados en tres colecciones que llevan las fechas de 1988, 1998 y 2008. De tener que dar un juicio sumario sobre lo que aquí se dice, apuntaría que Pujol se distancia de toda visión romántica de la literatura, que no es para él algo que nos pueda salvar, ni una técnica de conocimiento ni nada rimbombante por el estilo. Antes bien, se declara ajeno a cualquier propósito de trascendencia y pone cuidado en dejar claro que los grandes novelistas (para él, los del XIX) no lo tuvieron. Algo que coincide con la persona que dejan ver sus novelas, un tipo irónico y juguetón, elegante y contenido en el ejercicio de esas cualidades. Muy británico, si se acepta el tópico.

Es estilo es tan pulido como el de La sombra del tiempo o Es otoño en Crimea, y si es sentencioso (claro) en los aforismos, da la sensación en los artículos de no querer ir más allá de lo que le han preguntado (es un modo de hablar), pero con aportaciones tan sugerentes que uno se queda con ganas de más. Bien es cierto que muchas de las cosas que aquí se dicen han sido cien veces dichas ("Escribimos lo que deciden las palabras"); otras parecen la conclusión de una larga reflexión sobre el propio quehacer ("Sólo existe un buen método: el indirecto. Decir las cosas cara a cara es el suicidio del escritor") y, en conjunto, constituyen unas maniobras de acercamiento a la esencia de lo literario, que se halla en un difícil equilibrio entre realidad y fantasía, o delirio.

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28 marzo 2012

Corte


Entre los aforismos de Carlos Pujol recogidos en Cuadernos de escritura hay de todo, desde los que dan que meditar hasta el simple corte humorístico, como este:

El que escribe sobre la nada. No hay como ser autobiográfico.

Guillermo de Aquitania habría soltado una carcajada después de echar mano a la espada en un acto reflejo, y Enrique García-Máiquez habría asentido satisfecho con un elogio de la vida ordinaria. Pero me doy cuenta de que Pujol no dice sobre nada, sino sobre la nada, y esto expresa bastante bien lo que fue este hombre humorista y enemigo de patetismos.

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26 marzo 2012

También tiene la culpa.

Alterno la lectura del abismal Moeller con La familia Churumbel, de Vázquez, para equilibrar. Los prólogos a estas recopilaciones de historietas españolas suelen resultar cómicamente sectarios, pero el de este ha debido de escribirlo alguien de Intereconomía con la intención de parodiar la retórica progre. Uno puede rechazar el franquismo por múltiples motivos, pero lo que no puede es hacer el ridículo de esta forma:

Aquí, en España, al menos durante el franquismo, los payos hemos mantenido de ellos (los gitanos) una visión folklórica que, aparte de considerarlos una raza aparte, los castiga con epítetos como "holgazanes", "ladrones" e "insalubres". (Subrayado mío.)

Va a ser que La gitanilla la escribió Franco. Novelas ejemplares, por Jaime de Andrade. Hay que jorobarse.

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24 marzo 2012

Leer o no leer


El subtítulo (Sobre identidad en la Sociedad de la Información, con absurdas mayúsculas) puede inducir a error y a rechazar este libro como algo tremendamente sesudo y profundo. Cuando lo cierto es que se trata de una delicia de ensayo, un alarde de prosa casi poética al servicio de una meditación sobre el papel de la lectura en la vida de cada uno. Parece tema de redacción escolar, pero, aun así, rara vez se habrá dicho algo más precioso sobre el asunto. Quizá se mantenga siempre bordeando peligrosamente el límite de lo excesivo o de lo cursi, pero lo cierto es que habría que buscar con lupa los momentos en que lo traspasa.

Uno llega a la conclusión de que la lectura es como el alimento, necesario aunque dosificado con arreglo a la edad, cosa obvia pero no siempre mostrada con tanta sutileza; e inevitablemente piensas en quien se niega a leer como en un malogrado o un raquítico. Pero también te asalta la duda sobre si tus propias lecturas, aunque abundantes, han sido tan bien aprovechadas como sugiere el autor del discurso que deberían haberlo sido.

Leyendo a Mora Fandos me satisface pensar que no perdí el tiempo con mi afición a los tebeos, de chico (ya lo sospechaba, todo hay que decirlo, sobre todo habiendo ido de la mano de un guionista tan culto como Víctor Mora), aunque tal vez retardé demasiado el momento de sustituirlos. También me reafirmo en que hago bien al considerar el libro como parte indispensable del contenido de la maleta, vaya a donde vaya. Y olvido por un rato la nostalgia de una existencia de soldado, deportista o reportero.

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23 marzo 2012

También él se ha dado cuenta.

La novela actual es "metafísica", lo que a veces la hace pesada.

Charles Moeller, Mentalidad moderna y evangelización

Bueno, me hace gracia, sobre todo viniendo de un hombre que, leyéndole, da la impresión de tragárselas (las novelas) como tebeos de Astérix.

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21 marzo 2012

El "buscad y hallaréis"

de Cristo lo convertiría hoy en un dogmático peligroso. La verdad, en nuestros días, es vista como un arma ofensiva cuya tenencia equivale a su uso. O su presunta tenencia. Por ello se emplea en tono de descalificación ese "estar (o creerse) en posesión de la verdad", donde el verbo poseer se carga de matices que lo acercan a esgrimir.

He visto a alguien, hace poco, acusar a los cristianos de creerse en posesión de la verdad absoluta: ¿el catecismo?, oh, pero, por Dios, también el Corán, también Confucio, etc.; y, poco más adelante, criticarlos por aferrarse a su verdad y animarlos, como Machado, a buscar la verdad. ¿Por dónde agarrar semejante contradicción? Quizá suponiendo que la verdad es algo que se busca pero que no se debe encontrar. Lo que equivale, en el fondo, a renunciar a la búsqueda, pero a costa de quedar como el héroe novelesco que decía Albères.

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19 marzo 2012

Un extraño en mi tumba


No sé si Margaret Millar es una virtuosa, como dice la típica cita de portada extraída del New York Times, pero al menos sabe contar una historia y mantener una intriga. Es cierto que los primeros capítulos fatigan un poco con lo que parece un personaje visionario y cargante, pero, sin que apenas lo advirtamos, la trama se va animando hasta conseguir cautivarnos. No le importa a Millar romper las reglas del relato policíaco clásico, de modo que la trama no avanza a base de las deducciones del detective sino que más bien la voz narrativa nos va trasladando a los puntos clave, sin seguir a un solo personaje, dándonos la oportunidad a nosotros de ir atando cabos por nuestra cuenta. En realidad, este Stevens Pinata (se llama así) es más interesante como tipo humano que como detective.

¿Existe una manera femenina de hacer novela negra? Lo digo porque esta se parece más a las producciones de Patricia Highsmith que a las de Raymond Chandler o las del propio marido de la autora, Ross Macdonald. Se parece, sobre todo, por la importancia del factor psicológico. Lo que empieza pareciendo un exceso de fantasía (la protagonista sueña con su propia tumba, donde se halla enterrada desde hace cinco años, resultando luego que esa tumba existe y la ocupa un tipo que murió en esa fecha exacta) se desarrolla como un convincente complot que juega con los sentimientos de una persona de modo tanto más cruel cuanto que se ampara bajo pretexto de amor. Por cierto: no miren la última página.

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18 marzo 2012

Por cierto que eso mismo


(lo de la entrada anterior, digo) es lo que expresa Camilo José Cela al comienzo de La colmena: "Nada tiene arreglo; evidencia que hay que llevar con asco y con resignación". Resultan cómicos los libros de texto españoles cuando insisten en que en aquellos años (40-50) se hacía novela existencial porque no se podía hacer novela social. Hasta que alguien, me permito añadir, descubrió que sí se podía, y no hubo otra cosa durante diez años. Y por cierto también que La colmena, que se ha puesto como ejemplo tanto de novela existencial como social, fue censurada por guarra y no porque contuviera cosas "contra la iglesia" o "contra las instituciones del régimen", parte del examen que pasó limpiamente.

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16 marzo 2012

Se contenta con burlarse de ella

En su ambicioso Panorama de las literaturas europeas, René Albères define con bastante precisión una característica del héroe novelesco a partir de 1950.

... no es ya un representante de la humanidad designado para enfrentarse con el cosmos, las cuestiones morales o la acción social, sino un ser que se debate, en tanto que individuo, ya sea para pensar o para vivir... Ese ser no está en desacuerdo con su época más de lo que pueda estarlo con cualquiera otra, pero tampoco cree que esté destinado a salvarla. La situación del hombre en el mundo y el estado en que se encuentra ha dejado de interesarle, porque está resignado y no trata de comprender. "Estamos desesperados, es cierto; es tan evidente como que tenemos dos piernas y dos brazos. Tan evidente, que acaba por no tener importancia". Ese personaje es pesimista; no cree que la sociedad de su tiempo sea perfecta ni que pueda perfeccionarse. Se burla de la sociedad sin perder el tiempo criticándola. Reconoce que es estúpida y que está mal gobernada, pero no tiene ninguna esperanza de modificarla y se contenta con burlarse de ella.

(La cita entrecomillada es de Robert Sabatier, Canard au sang)

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14 marzo 2012

Ortega y Unamuno en la España de Franco


Este libro incide de nuevo en la polémica que podríamos llamar Laín/Calvo (es curioso, pero creo que hubo un personaje histórico llamado así). De hecho, se subtitula El debate intelectual durante los años cuarenta y cincuenta. En este caso el autor lo centra en lo que supusieron las figuras de Ortega y Unamuno para cada uno de los bandos en liza. El grupo de Laín Entralgo (llamado aquí aperturista y en otros lugares falangistas liberales) fue partidario de elevar a ambos autores a los altares del nuevo régimen, sin duda atraídos por el españolismo de ambos y por lo que su pensamiento pudo influir (que algo fue, sin duda) en José Antonio y su movimiento. Pos su parte, Rafael Calvo Serer y su entorno (llamado aquí antiaperturista e identificado a veces abusivamente con el Opus Dei) mostraron, desde su tradicionalismo monárquico, marcada hostilidad hacia ambas figuras, no como escritores, sino como representantes de algo en los fundamentos de la España que se quería. Este es uno de esos casos, creo, en que la razón asistía a ambos porque las posiciones eran más complementarias que encontradas. En concreto, los eclesiásticos cumplían con su deber al mostrar las fallas que desde el punto de vista cristiano presentaban ambas filosofías, y los liberales (¡qué ironía!) no erraban al tratar de aprovechar lo que de bueno, en todos los sentidos, pudiera hallarse en ellas. Sólo el afán de la época por estatalizarlo todo contribuyó a agriar el debate.

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10 marzo 2012

Lo que se llamó música folk


fue una especie de alternativa a lo folklórico desde un punto de vista más emparentado con las ideologías de izquierdas. Creo que la cosa empezó con Pete Seeger y Woody Guthrie en los Estados Unidos, para continuar en la América Hispana con grupos como Quilapayún o intérpretes como Violeta Parra, Víctor Jara y demás. La mezcla de la música popular, o seudopopular, con contenidos protestatarios funcionó bastante bien en España e Iberoamérica durante los 60 y 70, a remolque de los Bob Dylan, Joan Baez y otros menos digestibles, y fue ampliamente consumida en el entorno progresista. A menudo me he preguntado por este interés de la izquierda por lo folklórico en la segunda mitad de siglo, sobre todo teniendo en cuenta que lo adjetivado propiamente como tal (pensemos en nombres como Lola Flores o Manolo Escobar) tenía un dejo conservador. Y sin embargo, la diferencia no ofrecía dudas: si folk era José Antonio Labordeta, folklórico era lo que se cantaba y bailaba junto a la Virgen del Pilar el día de la fiesta nacional.

¿Tuvo algo que ver en ello el interés de Gramsci por el folklore?

Gramsci, con su deliberada atención a todo lo que supusiera llegar capilarmente a la sociedad civil, se asoma al folklore cuando éste está a punto de dejar de ser lo que era en su mayor período de esplendor, el romanticismo. "Puede decirse -escribe- que, hasta ahora, el folklore se ha estudiado esencialmente como un elemento pintoresco... Se debe estudiar, en cambio, como concepción del mundo y de la vida -implícita en gran parte- de determinados estratos de la sociedad, en contraposición a las concepciones del mundo oficiales surgidas con la evolución histórica [...] El folklore no debe concebirse como un elemento raro o pintoresco, sino como algo muy serio que debe tomarse muy en serio. Sólo de esta manera será eficaz y determinará la aparición de una nueva cultura en las grandes masas populares... Una actividad de este tipo, realizada en profundidad, corresponderá en el plano intelectual a lo que fue la Reforma en los países protestantes.

(En Rafael Gómez Pérez, El desafío cultural)

Tuviese o no que ver, el fenómeno de la música folk, como el del neorrealismo literario o cinematográfico, ha pasado hoy a ser una anécdota de la historia.

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08 marzo 2012

El martillo azul


Lew Archer es un duro como Dios manda: inflexible, tenaz, de respuestas cortantes... Pero (al menos en esta novela, ya que El caso Galton me queda muy lejos) hay en él un fondo de desamparo que nos revela sólo a los lectores y que está relacionado con esa falta de asidero existencial que le hace, en un momento dado, envidiar al fanático chiflado que acaudilla una secta de no menos chiflados. Su inquebrantable moral, como en Antígona, acusa la ausencia de un fundamento.

Por otro lado, sus investigaciones tienen algo del buen confesor que hurga, como dicen los malos penitentes; que busca la catarsis del culpable, o implicado, que no quiere soltar toda la verdad; lo cual es el caso, en esta novela, de prácticamente todos los personajes. Al tiempo que sus revelaciones conducen a la solución del caso, les sirven para desopilar su conciencia.

Esto es que roban un cuadro al cacique del lugar (Santa Teresa, California) y encargan el asunto a Archer: esa es su equivocación, pues, como queda dicho, nuestro hombre no es de los que se conforman con encontrar el cuadro y cobrar, sino que va a ir hasta el fondo de una oscura y compleja trama en la que todo el mundo parece tener algo que ocultar. Como en El caso Galton, la cosa tiene sus raíces en el pasado. Hay un juego de identidades falsas que se acerca a lo inverosímil sin dejar de resultar creíble, de modo que hasta la última página no puedes estar seguro de saberlo todo.

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05 marzo 2012

Irak

En efecto, la izquierda española se parece al tartamudo aquel del bar, que sólo sabía decir una palabra de corrido: coñac. Cuando le vino en gana tomar un café, se preparó durante una semana y al fin consiguió pedirlo: ¡c-café!; pero ante la pregunta de rigor, "¿sólo, cortado o con leche?", no tuvo más remedio que volver a su estribillo: ¡coñac!

Desde que el 11-M la alzó al poder, la izquierda no ha tenido más que un argumento frente a la oposición. ¿Le arguyen contra su relación con ETA? -¡Irak! -Oigan, es que el matrimonio homosexual... -¡Irak! -Miren, lo malo de su política educativa... -¡Irak! Ahora, con el paso cambiado, les sirven en bandeja una movilización y ¿qué creen que dicen?

Ya, ya sé que el 11-M no tuvo nada que ver con Irak. Pero se montó para que lo pareciera, y en política, hoy, las cosas no son otra cosa sino lo que la propaganda dice que son.

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03 marzo 2012

Oh el valor sentimental de las fechas.

¿Qué más humano que celebrar una jornada de lucha en el Día de la Victoria? Si aquellos ciento noventa y dos cadáveres se revuelven de nuevo en sus tumbas no será por sentirse manejados como títeres macabros, sino por el orgullo de su inmolación por la causa de los trabajadores.

¿Qué se apuestan a que el lema de la manifestación será No a la guerra?

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01 marzo 2012

La escuela contra el mundo


Empezamos a estar de vuelta del paradigma LOGSE, como lo llaman algunos, aunque ahora nos queda la ingrata penitencia (a pagar por los justos junto con los pecadores, como suele suceder) de lidiar con sus frutos, esas criaturas creciditas que, después de tomar por asalto sus casas y sus colegios, se disponen a hacer lo mismo con las instituciones. La escuela contra el mundo apareció sólo un poco antes de que estallara el movimiento de los indignados, del que viene a ser una profecía. El libro reivindica el papel del profesor frente a una pedagogía que lo ponía bajo sospecha, y afirma el valor de la transmisión de conocimientos frente al puro aprender a aprender (frase que se quedaba, sin complementos directos, en una vacuidad comparable al derecho a decidir que proclaman otras). En ese sentido, los indignados son una excrecencia logsiana, una especie a la que se le ha enseñado muy bien lo mal que se comporta por ahí la gente, pero no se les ha mostrado la manera de ser virtuosos, lo que acaba llevando a una estéril hipocresía sentimental, en expresión del propio Luri.

¿Un libro más de crítica contra la LOGSE? Hay una diferencia fundamental. Bueno, hay algunas otras: la amplia cultura del autor y su buen hacer literario se hacen notar. Pero además Gregorio Luri trata de insuflar optimismo: insistir sólo en los males de la enseñanza nos hace embarrancar y no conseguimos sino ahondar el problema. Ese optimismo se traduce en un humor amable que no deja de ser cáustico cuando conviene. Así, por ejemplo: según la pedagogía vigente, Yahveh debería haber dado "las diez sugerencias para el debate" en lugar de los diez mandamientos.

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28 febrero 2012

Enrique de Aguinaga,


en Razón española: no tiene sentido ser franquista, porque el franquismo no fue un sistema, sino un hombre y un período histórico, cuyo único objetivo fue la restauración de la monarquía borbónica. La auténtica transición no fue, pues, de la dictadura a la democracia, sino de la república a la monarquía. Es sugestivo, aunque incompleto, claro.
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27 febrero 2012

Reflexionaba hace unos días


Javier de Navascués sobre el problemático papel del bien (así, en abstracto) en las novelas. Casualmente me encuentro ahora con esta aportación de Carlos Pujol:

El Bien es una presencia extraña y desconcertante en una novela, nunca se sabe cuándo estorba y cuándo salva el libro. Ingrediente imponderable y necesario que hay que manejar con un tacto exquisito, pero también dimensión sin la cual cualquier historia se hunde en el narcisismo y la futilidad.

(En Cuadernos de Escritura)

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24 febrero 2012

Pepa Niebla


Esto son las memorias de Jaime Gades Dartmoore, que por lo visto protagonizaba una obra teatral anterior de don Torcuato. Ocurre que, sin embargo, en la novela hay dos planos narrativos, pues esas memorias se las encargó el doctor Maldonado como procedimiento para hacer un diagnóstico de su presunta enfermedad mental, la de Jaime, claro. Desde mi punto de vista hubiera resultado ya una novela impresionante sólo con las memorias, pero tal vez el autor quiso rendir tributo a la moda experimental de la época (la novela es de 1970) o tal vez añadir un elemento de sorpresa, una vuelta de tuerca más a la trama, o quizá no sea nada de eso y estaba todo desde el principio en la concepción de la novela, como modo de ofrecernos un cuadro psiquiátrico como es el muy bien bosquejado de Jaime Dartmoore. De cualquier manera, el doble plano de la realidad no resulta forzado y configura una estructura convincente.

De hecho, no encuentrro en esta novela nada que justifique su exclusión, y la del autor, de los manuales de literatura convencionales. Habilidad narrativa, dominio del idioma, personajes consistentes, trabajada estructura... Todo ello deja a Cinco horas con Mario, por citar algo contemporáneo, como una simple ocurrencia que tuvo suerte. Tal vez resultan algo largos los episodios con Pepa Niebla en las Bahamas, pero a la postre resultan necesarios para la comprensión del personaje, tal como lo presenta Maldonado.

Por cierto: el autor es Torcuato Luca de Tena

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23 febrero 2012

Qué razón tienes

Por lo que veo, el amor es un bien que no puede existir en toda su plenitud. Tal vez los corazones que gozan de semejante bien son tímidos, se turban y se esconden, no quieren discutir con los listos que niegan su existencia. Tal vez se compadezcan de ellos, perdonan, en nombre de su felicidad, que pisoteen la flor que, por falta de terreno, puede echar profundas raíces y convertirse en un árbol capaz de cobijarles toda la vida.

Andrei Shtolz, en Oblómov, de I. A. Goncharov

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21 febrero 2012

Si Dios no existe


Este pensamiento da idea de lo que es la espiritualidad eslava frente a la occidental, aunque la suscriban un francés y un rumano.

... el jesuita Auguste Valensin enuncia lo esencial cuando admite que, por muy imposible que sea, no se arrepentiría de haber tenido fe aunque en el lecho de muerte se le mostrara con una evidencia irrefutable que se ha engañado, que no existe la vida futura y que ni siquiera existe Dios; por el contrario, se sentiría honrado de haber creído cosas como estas, puesto que, si el universo es estúpido y digno de desprecio, tanto peor para el universo; no se ha equivocado el que piensa que existe Dios, sino que el error es de Dios por no existir. ¡Para qué hablar más! No logro encontrar nada fuera o por encima del credo que formuló Dostoyevski y que presenta de una manera simple: creo que no existe nada más bello, más profundo, más seductor, más razonable, más varonil y más perfecto que Cristo; es más, si alguien me demostrara que Cristo está fuera de la verdad y que, de hecho, la verdad está fuera de Cristo, entonces yo preferiría quedarme con Cristo, antes que con la verdad.

(Nicolae Steinhardt, El diario de la felicidad)

Lo que es un modo de argumentar en contra del pesimismo popular que suele decir: demasiado bonito para ser cierto. En el caso de Cristo, es demasiado bonito para ser falso.

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20 febrero 2012

Calix


No le importa a su autor que se note que Calix es una especie de... desmitificación, por aceptar una palabra tan manida; una desmitificación del género histórico-esotérico que inició el inefable Código Da Vinci, fenómeno asimilable a los libros de caballerías por lo que logró cautivar a un amplio público desde unos presupuestos literarios deleznables. En tiempos de crisis de la lectura, ese éxito vino a ser un sarcasmo añadido.

Desmitificación, porque de lo que trata Sergio Lechuga Quijada es de rebajar la importancia de lo esotérico, viniendo a quedarse con lo histórico y dando a una trama que tiene como centro al Grial un final casi de Jardiel Poncela. Para misterio, dice, tenemos bastante con la Eucaristía; si el cáliz de Valencia es el auténtico cáliz de la Última Cena, importa poco, y no digamos lo que importan, cara a la realidad, las fantasías tejidas por mentes calenturientas en torno a ese objeto.

La novela sigue el esquema de sus modelos, alternando una trama policíaca más o menos actual (en este caso situada en la guerra del 36, mejor dicho en la inmediata posguerra) con un relato histórico que aquí sigue a lo largo de los siglos la peripecia del santo cáliz de Valencia. La trama no está mal urdida pero se anima sólo en el último cuarto del volumen, tras dejar atrás ratos cercanos al bostezo. Hay una clara (y loable) intención de dejar bien parada a la Iglesia, frente a sus modelos, y a cambio se la carga la Falange, que para eso está; y los nazis, claro.


(Me choca comprobar, por las imágenes, que el autor ha eliminado su primer apellido en ediciones posteriores. Es más elegante, no cabe duda).

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18 febrero 2012

Ilustrados


Louis-René de Caradeuc de la Chalotais, jurista, Essai d´Education nationale ou plan d´études pour la jeunesse (1792):

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, llamados Ignorantins, han llegado para acabar de estropearlo todo; enseñan a leer y a escribir a gente que no debiera haber aprendido sino a manejar el cepillo y la lima (...) El bien de la sociedad pide que los conocimientos del pueblo no se extiendan más allá de sus ocupaciones. Todo hombre que va más allá de su triste oficio no se contentará jamás con él, no tendrá el suficiente valor y paciencia.

Estos son los de las luces, te dicen...

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15 febrero 2012

Convenía; Garzón podía hacerlo, luego lo hizo.

Garzón sabe que lo suyo con el franquismo no tiene posibilidad de prosperar, así como debía saber que su actuación en lo de Gürtel violaba las garantías más básicas. Pero a Garzón no le interesaba sacar adelante una u otra causa judicial, sino contribuir a afianzar una visión de la historia.

Juzgar hoy los crímenes del franquismo, sea lo que sea lo que se entienda por tal, es como pretender encausar a los aliados por los crímenes cometidos en Alemania al término de la segunda guerra. Podría hacerse, pero tiene muy poco sentido no sólo por los años transcurridos sino porque, al fin y al cabo, el orden político actual se asienta en gran parte en aquella victoria. Igualmente, nuestra democracia desciende en línea recta del franquismo. La izquierda, sin embargo, a falta de otros elementos de credibilidad, necesita hacer ver que los españoles nos liberamos de un régimen despótico con gran esfuerzo, sobre todo, de ella misma, fundando algo nuevo sobre el repudio de lo anterior. Hablar de los crímenes del franquismo, cuanto más mejor, ayuda a cimentar esa idea. A Baltasar Garzón le importa muy poco acabar como héroe o como mártir, pues de hambre no morirá y el honor y el deshonor los otorgan hoy los medios. Si encima puede presentarse como víctima de los corruptos herederos del régimen por antonomasia, miel sobre hojuelas. Porque no es parte menor de la jugada el asociar de modo permanente al PP con el franquismo.

Poco importa, pues, el resultado: el objetivo está cumplido. Lo único que podría acabar con el héroe o el mártir es el tercer juicio, el que le muestra a él mismo como corrupto, aunque prescrito.

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13 febrero 2012

Cada hombre en su noche


Wilfred Ingram es católico en una familia de protestantes y tiene un vicio impenitente: las mujeres. En eso coincide con su tío Horace, otra rara avis católica que muere en paz al principio de la novela. Incapaz de abandonar su fe, Wilfred no quiere sin embrgo oír hablar de religión. Siempre con su rosario en el bolsillo y puntual cumplidor del precepto dominical, esconde no obstante el crucifijo de su habitación para no sentir su mirada reprobadora. Y, aunque no disimula su vicio, no hace proselitismo con él, antes bien trata de disuadir a otros que han seguido su ejemplo y llega a bautizar a su compañero de trabajo cuando este se halla en trance de muerte.

Esta podría ser una novela ilustrativa de aquel sermón de monseñor Knox sobre la fe, la cual sería como ese cristal que no pueden atravesar las moscas que están dentro, a pesar de sus intentos, ni pueden penetrar tampoco las que se hallan fuera; algo tan difícil de abandonar como de adoptar. En ese sentido, el primo Angus, increyente y homosexual, fascinado por la fe de Wilfred, vendría a representar a las moscas de fuera. Aparte de él, Wilfred se halla flanqueado por ejemplares, digamos fronterizos, como el pío Tommy, el pobre Freddie o el respetable señor Knight, sin olvidar, claro, al angustioso Max, al que uno está tentado, en efecto (el propio personaje lo admite), de identificar con el demonio y que desde el principio se me presentó como ese personaje antipático que no hay más remedio que soportar porque, contra tu opinión, el autor lo considera esencial.


Por cierto: el autor es Julien Green

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10 febrero 2012

Las ideas generales


Gran parte de las novelas de Galdós, y del XIX en general, se dedican a mostrar una idea viciada de la existencia cristiana en la sociedad civil. Véase este discurso de Juanito Santa Cruz (Fortunata y Jacinta), acabadamente burgués y opuesto a toda noción de santificación del mundo.

Yo le he dicho que a las personas muy buenas, muy buenas, es menester atarlas algunas veces. Esta es un ángel, y los ángeles caen en la tontería de creer que el mundo es el cielo. El mundo no es el cielo, ¿verdad, Ramón?, y nuestras acciones no pueden ser basadas en el criterio angelical. Si todo lo que piensan y sienten los ángeles, como mi mujer, se llevara a la práctica, la vida sería imposible, absolutamente imposible. Nuestras ideas deben inspirarse en las ideas generales, que son el ambiente moral en que vivimos. Yo bien sé que se debe aspirar a la perfección; pero no dando de puntapiés a la armonía del mundo..., ¡pues bueno estaría!..., a la armonía del mundo, que es..., para que lo sepas..., un grandioso mecanismo de imperfecciones, admirablemente equilibradas y combinadas.

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08 febrero 2012

Falsificadores


En Grandes esperanzas, Pip se refiere con agudeza a una experiencia común, pero rara vez admitida.

Todos los falsificadores de la tierra no son nada comparados con los que cometen falsificaciones consigo mismos, y con tales falsedades logré engañarme. Es muy curioso que yo pudiera tomar sin darme cuenta media corona falsa que me diese cualquier persona, pero sí resultaba extraordinario que, conociendo la ilegitimidad de las mismas monedas que yo fabricaba, las aceptase, sin embargo, como buenas. Cualquier desconocido amable, con pretexto de doblar mejor mis billetes de banco, podría escamoteármelos y darme, en cambio, papeles en blanco; pero, ¿qué era eso comparado conmigo mismo, cuando doblaba mis propios papeles en blanco y me los hacía pasar ante mis propios ojos como si fuesen billetes legítimos?

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06 febrero 2012

La fiel infantería


La gran sorpresa de esta lectura es encontrarse con una novela vanguardista. Es el estilo de García Serrano, brillante y brutal, pero potenciado por vías valleinclanianas y ramonianas que son también las del viejo conceptismo español de Quevedo y Gracián: una expresión condensada, elíptica, llena de metáforas y de alusiones, a veces oscuras, al contexto militar. Y, como en las novelas vanguardistas, el argumento es lo de menos, pues nos encontramos con un revoltijo de situaciones que varían no sólo en la realidad sino en el pensamiento de los personajes, que nos transportan continuamente a diversos momentos de su pasado reciente.

Hay tres narradores: Miguel, Matías y uno externo que sigue sobre todo las evoluciones de un tal Ramón. Pero los tres podrían haber sido el mismo, el García Serrano inflamado en pasión guerrera que tan bien conocemos. Tanto el autor como sus criaturas se hallan convencidos de la justicia de su causa, y orgullosos de ser los elegidos para llevarla adelante. Ellos están "fecundando la patria a tiros", gráfica expresión que puede resumir el tema de la novela. El mester de la milicia es el mejor que le puede a uno tocar en suerte, y morir con las botas puestas la mayor ventura. De aquí pasamos (nos pasamos, de rosca tal vez) a una cierta apología de la barbarie y a una identificación de la civilización con la molicie, la cobardía y la lujuria, lo que lleva a exaltar la arenga y la patada frente al diálogo. La cita de Montherlant que abre la tercera parte es significativa a este respecto. Vamos a pensar que son exageraciones de García Serrano en su afán de reivindicar las virtudes guerreras frente a lo que vendría después.

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03 febrero 2012

Círculo vicioso


Me escriben: [Estamos ante] una crisis de autoridad y de obediencia, cristalizada en una forma de círculo vicioso. El poder, no acompañado de una autoridad moral, se presenta sin credibilidad y no inspira una completa docilidad interior y convencida. A la vez, una desobediencia difundida retrae a la autoridad del cumplimiento del deber de dirigir y de mandar.

Aunque no se refiriese específicamente a ella, no deja de ser la mejor descripción de la situación de la enseñanza, no sólo en España.

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