06 febrero 2012

La fiel infantería


La gran sorpresa de esta lectura es encontrarse con una novela vanguardista. Es el estilo de García Serrano, brillante y brutal, pero potenciado por vías valleinclanianas y ramonianas que son también las del viejo conceptismo español de Quevedo y Gracián: una expresión condensada, elíptica, llena de metáforas y de alusiones, a veces oscuras, al contexto militar. Y, como en las novelas vanguardistas, el argumento es lo de menos, pues nos encontramos con un revoltijo de situaciones que varían no sólo en la realidad sino en el pensamiento de los personajes, que nos transportan continuamente a diversos momentos de su pasado reciente.

Hay tres narradores: Miguel, Matías y uno externo que sigue sobre todo las evoluciones de un tal Ramón. Pero los tres podrían haber sido el mismo, el García Serrano inflamado en pasión guerrera que tan bien conocemos. Tanto el autor como sus criaturas se hallan convencidos de la justicia de su causa, y orgullosos de ser los elegidos para llevarla adelante. Ellos están "fecundando la patria a tiros", gráfica expresión que puede resumir el tema de la novela. El mester de la milicia es el mejor que le puede a uno tocar en suerte, y morir con las botas puestas la mayor ventura. De aquí pasamos (nos pasamos, de rosca tal vez) a una cierta apología de la barbarie y a una identificación de la civilización con la molicie, la cobardía y la lujuria, lo que lleva a exaltar la arenga y la patada frente al diálogo. La cita de Montherlant que abre la tercera parte es significativa a este respecto. Vamos a pensar que son exageraciones de García Serrano en su afán de reivindicar las virtudes guerreras frente a lo que vendría después.

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