Sabía que El factor humano era una novela de
espionaje y sabía también que alguien la había clasificado entre las serias
de su autor, entendiendo por no serias las que se dedicaban a glosar
episodios de los servicios secretos o intrigas criminales de alto voltaje (Nuestro
hombre en La Habana, El tercer hombre). Lo cual hacía al tal Factor
humano doblemente interesante, dado que parecía responder a ambas
vertientes de la obra de su autor. Al concluir su lectura, tal información se
revela como cierta, pero no me atrevo a concluir de ello que sea la mejor obra
de Greene. La novela plantea el caso de un agente doble que se creyó
obligado a serlo. Obligado moralmente, por supuesto: un agente comunista le había
ayudado a él y a su esposa negra a salir de Sudáfrica en un momento en que la
estancia allí se hacía ingrata por haber violado las leyes racistas del país.
Carson -el comunista- muere poco después, oficialmente de neumonía, sin que
Castle, el protagonista, pudiese agradecerle sus desvelos. El caso es que a
cambio Castle facilitará durante varios años información a los soviéticos, en
pago del favor. Un día es descubierta una filtración y Castle acaba saliendo de
Inglaterra para instalarse en Moscú, sin que su mujer e hijo adoptivo puedan
hacer otro tanto.
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