08 agosto 2012

Dinero sangriento (y II)


A Hammett se le ha considerado maestro de muchas cosas, pero no sé si alguien habrá reparado en su condición de humorista eminente. Un humor especial, humor negro, por supuesto. Se ha hablado de la denuncia social implícita en sus obras. Pero tal vez si Hammett no hubiese sido simpatizante socialista este aspecto se habría hecho notar menos. Si hay denuncia, se manifiesta sobre todo a través del humor. Pero el humor está más bien al servicio, creo, de un afán esperpéntico. Hammett tiene ribetes quevedescos o valleinclanescos, a pesar de que todo lo que ocurre en sus historias es perfectamente serio. No hay personajes disparatados, cómicos, ni estamos ante un espejo cóncavo, pero sí ante un ingrediente que se hace notar.

No, no creo que se trate de obras de denuncia. El detective protagonista, que es superior a todos los demás personajes con quienes se encuentra, y que lo sabe, los hace objeto de una mirada despectiva a veces, compasiva otras. Es la mirada del propio autor, que conoce a fondo la miseria humana y que se sabe también superior, no porque esté libre de pecado, sino porque conoce muy bien lo que hay. Y quisiera hacer algo por remediarlo, pero no sabe cómo. Todo lo que puede hacer es trasplantar a la literatura su desilusión. Pero una cosa se agradece, y es el rayo de esperanza que supone su personaje. El detective de la Continental no tiene tampoco la solución, no se presenta como un Quijote deshacedor de entuertos. Pero es un hombre moralmente íntegro que realiza su trabajo con toda la limpieza que le permite el entorno viciado en que se mueve. Quizá tan desencantado como su creador, ha renunciado a plantearse grandes cuestiones o a planteárselas a nadie. Pero sabe que, si al menos él actúa rectamente, habrá un sinvergüenza menos. ¿Es este el mensaje implícito? Quizá su autor no fuera consciente de ello, pero eso importa poco. Lo que importa es que esa visión desolada del mundo, mezcla de crueldad y conmiseración, no sirve, como en otros, de excusa para desterrar totalmente la posibilidad de la honradez. Brindo por Hammett.

Julio 1993

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