informa Aceprensa. ¿Y cómo podría ser de otra manera? La famosa "liberación de la mujer" a quien liberó fue a los hombres, que quedaron exentos de los enojosos compromisos conyugales (así los llamaba, con tristeza lo constato, un tal Lázaro Carreter) y pudieron disponer de la mujer como de la moto o la tele. No olvidemos que los principales de esos compromisos eran los de "amar y respetar". Con la equiparación del amancebamiento al matrimonio, el egoísmo masculino dejó de verse obligado a rascarse el bolsillo para aquellos empleos instrumentales del sexo femenino. Alguno de esos miserables fue quien inventó el chiste de que "el amor es un invento de los catalanes para [fornicar] gratis". Ya lo han conseguido. Sólo que a veces se cansan de eso que los traductores de Shakespeare llaman indistintamente prostituta o querida, y entonces vienen los palos.
Para evitar pérdidas de tiempo, advierto que este blog no admite comentarios anónimos. De nada.
28 febrero 2008
¿Qué nos pueden enseñar los libros que no esté en la vida?,
dice Azorín en La voluntad. Como argumento para no leer es pésimo, claro. Tiene valor porque lo dice alguien que estuvo leyendo libros hasta que se cayó de viejo. Creo que lo anoté porque me recordaba mucho a otras reflexiones similares con las que me había topado poco antes. Es ese, si no me equivoco, el tema central de El juego de los abalorios de Hermann Hesse, y me chocó, poco antes, encontrarlo en un cuento de Clarín, tal vez el titulado Vario, no recuerdo. Vitalismo puro, hastío de la ciencia y de la cultura. Un motivo muy propio del primer tercio de siglo, tan pródigo en obras de arte como vacío de orientaciones.
27 febrero 2008
Helena o el mar del verano
Esta breve narración vio la luz en 1952 con no mucha fortuna,y la reedita ahora El Acantilado con unas elogiosísimas notas críticas en la contraportada. Me parece hiperbólico decir que es "uno de los diez libros más importantes de la narrativa española del siglo XX", sobre todo porque gran parte de su contenido queda a ras de tierra, limitado a unos recuerdos infantiles narrados infantilmente y a la altura de lo peor de Delibes y de Jiménez Lozano: "por la tarde la playa estaba llena de sol color naranja y había nubes blancas y olía a tortilla de patata". ¡Vade retro!
Por fortuna, levanta el vuelo. La última parte es una égloga exquisita donde este nuevo Pedrito de Andía canta sus sueños de amor adolescente con fraseología griega, o latina. Este sueño de amor viene a ser la réplica a los escrúpulos morales que le carcomen en la primera parte, otra de las cumbres de la narración. El joven que había visto en la religión sólo un mundo de preceptos dificilísimos de cumplir y la amenaza constante del infierno lo olvidará todo cuando se sepa amado por Helena: de nuevo el amor "que mueve el sol y las demás estrellas" viene a solucionar una visión estrecha del mayor de los misterios. Y el verano está ahí como acompañamiento de esa plenitud. En realidad, el mayor atractivo de la prosa de Ayesta está en haber recreado el verano al modo en que lo ve un niño: una recuperación de la infancia que a todos nos gustaría experimentar alguna vez.
Nota redactada en julio del 2001. El autor es Julián Ayesta.
26 febrero 2008
Llamarse Alejops
supone, al menos, una invitación al riesgo. Claro que Alejops tiene 19 años y, si no vive peligrosamente ahora, ¿cuándo lo va a hacer? Ha tenido el buen gusto de dedicarme una estatuilla bloguera a sabiendas de que no iba a cumplir con las reglas establecidas, y eso emociona un montón. Como se ve en el último vídeo que inserta, eso de ser "100% cristiano" va camino de ser la más arriesgada de las piruetas. Ríanse, ríanse, que no está tan lejos de la realidad.
La decadencia de la mentira
Tarde o temprano tenía Oscar Wilde que dar rienda suelta a su sentir en cuestión de estética, y lo hizo a su manera: con brillantez, con desenfado, y artísticamente. La decadencia de la mentira inaugura nada menos que el "ensayo dentro del ensayo", por decirlo de algún modo y en paralelo con lo del teatro dentro del teatro, y tal. El caso es que, en ochenta y dos sencillas páginas, nos expone un diálogo entre Vivian y Cyril en que el primero hace partícipe al segundo de que ha escrito un ensayo con el título antedicho. Mientras conversan, Vivian lee fragmentos del artículo y comentan sus implicaciones. Wilde, por boca de su personaje, defiende la tesis de que la vida imita al arte y no al revés. Todo su parlamento rezuma el hastío propio de los modernistas ante la vida y la existencia vulgar y cotidiana. Su rechazo al realismo es rechazo de esa existencia y refugio en el arte como un mundo superior. En una ocasión llega a utilizar el término romanticismo para esta actitud, pero tampoco es un romanticismo en estado puro, pues la naturaleza no le interesa. Ante un asombrado Cyril, Vivian llega a sostener que la naturaleza también imita al arte: las nieblas, las sombras de los árboles en los ríos, no existieron hasta que no las vieron los impresionistas. El auténtico creador es, pues, el mentiroso, el que se evade de lo real. "Vamos a contar mentiras", pues. Tampoco podía Wilde encontrar mejor manera de mostrar sus opiniones que escandalizando a los moralistas.
Nota redactada en julio del 2001.
22 febrero 2008
"Me gusta su carácter, no sus ideas",
dice Basil Ransom de Verena Tarrant en Las bostonianas. Qué difícil es encontrar alguna gracia en alguien que se proclama fan del presidente del gobierno. Y sin embargo hay que intentarlo, so pena de acabar convertidos en otra especie de sectarios: Miguel Bosé no tiene ninguna gracia, lo sé, ni cuando se vestía de torero ni cuando se desviste de cosa rara. Otros, como el Víctor Manuel y el Serrat, dejaron de tenerla hace tiempo. Pero Isabel Coixet ha hecho alguna película que no está mal (Cosas que nunca te dije: es la única que conozco) y otras que al parecer no desmerecen. La Velasco, qué vamos a explicar. El Sabina es tan patético personalmente como ingenioso en sus trovas...
Qué queréis. Ninguno de ellos le llega al tobillo a Heidegger, Jung, Karajan, cuántos genios más que pudieron, en su día, hacerse una fotito junto a Hitler, tal vez llevándose el dedo al bigote. Respiraban en un clima ideológico que arrancó más de cien años antes y en el que vivían también muchos alemanes que quizá no votaron a los nazis. El zapaterismo es el fruto cuajado de unos presupuestos de los que participan muchos votantes del PP, sin saberlo; la plasmación política de todo lo que se ha escuchado en las escuelas, proclamado en la calle, difundido por la pantalla... desde hace varias décadas. ¿Demasiado zafio? Bueno, tal vez Spencer no concibió los campos de exterminio ni Marcuse los basureros de fetos, pero la cadena de causas y efectos es implacable.
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Altea, tómate algo
Altea me concede uno de esos premios que los blogueros reparten de vez en cuando. Aunque sea impolítico, no voy a seguir la norma de conceder a mi vez el premio a otros cinco colegas, porque me parece más impolítico aún preterir a unos en favor de otros, entre tan excelentes bitácoras como pueblan esta galaxia en que nos movemos de modo habitual. Lean, de todos modos, Con las botas puestas y no perderán el tiempo. Tiene la combinación justa de agudeza, mala leche y ternura para encantar a cualquier visitante sin prejuicios.
20 febrero 2008
Educación socialista (continúa del 15-II-08)
El fraude de las calificaciones finales es múltiple: Fraude al alumno, al que se priva de la necesaria y terapéutica repetición del curso y materias que desconoce, al que se niega la toma de conciencia de su edad (estamos hablando de personas de entre quince y dieciocho años) y responsabilidad y en el que se refuerza el anclaje en el victimismo y la pereza. Fraude a sus compañeros de clase, a los que tal ejemplo y compañía roban tiempo lectivo y anulan la intención de estudio. Fraude a la familia, por las mismas razones que al alumno y porque se la sumerge también en la verbología de globalizaciones, compensaciones y áreas que escamotea la nítida percepción del nivel real de su hijo. Fraude a la sociedad en su conjunto por la participación en el engaño populista colectivo y por la malversación del presupuesto. En el profesorado, al fraude se suman el abuso y la humillación que inevitablemente representa someterse a prácticas de estupidez denigrante y pésimos efectos, las cuales sin embargo son aplaudidas por un sector docente cuyos imperativos son las consignas de defensa de la Reforma, el temor a la escasez de alumnos y una alergia incontrolable a cuanto implique saber y mérito individual.
Sobrecoge en estas juntas de calificación el ambiente de falta de libertad, el interminable alargamiento de las sesiones, la pesadez de un trabajo que, en contraste con la atmósfera agradable y operativa de tareas similares en el sistema anterior, ha perdido ahora cuanto de gratificante tenía. Algunos protestan por la obvia inutilidad del rito, por el absurdo que con sus formas en el acta avalan, pero nadie se castiga a sí mismo con posturas honestas que no harían sino acarrearle sinsabores, enfrentamientos estériles y veladas represalias. No: ante el zurriago burocrático que sobre él se cierne, el profesor sale del paso con los cuatro tópicos de la hipocresía habitual y consiente en los mayores despropósitos. Ya ha pagado el diezmo a los que medran a su costa. El regusto humillante se olvida pronto. También la sumisión al equipo pedagógico, a sus portavoces logse. Incluso se pretende no advertir que jamás hubo tales niveles de imposición y represión, ni en los años ochenta ni en el franquismo. Nunca la condición de funcionario había significado "no podemos decir nada", afirmación que ahora se oye en los claustros. Existía, por el contrario, un animado ambiente de discusión o rechazo. Ha descendido el gran silencio de la protesta inútil y el consentimiento forzoso, el miedo a los que en un tiempo se presentaron como defensores de la libertad.
Mercedes Rosúa, El archipiélago Orwell
(Rigurosamente auténtico. Añadir que a quien ocasionalmente discrepa se le ríen las gracias, si las expresa con zumba, o se le mira con ceño reprobador si lo hace en plan adusto. Y nunca se le sigue el hilo. Tan solo en los centros en que ni el orientador ni la mayoría del profesorado comulga con el ideario logsiano, como es hogaño el de quien suscribe, se consigue algo parecido a la normalidad.)
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19 febrero 2008
Cartas a un cura escéptico en materia de arte moderno
José María Valverde fue catedrático de Estética, pero su labor en este campo es mucho menos conocida que la que llevó a cabo como poeta y como crítico. La editorial Trotta emprendió hace unos años la publicación de sus obras completas, en las que figuran rarezas como estas Cartas de 1959. Es una obra breve que en gran parte viene a ser una muestra de su pensamiento en torno al arte y la belleza, expresado sin las rigideces que impone la cátedra, como si fuera un escrito informal, las cartas a un amigo.
Uno espera, antes de abordar la lectura, que el cura al que se dirigen estas cartas sea un ceñudo consevador que mira el arte de nuestro tiempo con señorial desdén, y que Valverde va a reconvenirle haciendo una apología de dicho arte. No es así. El cura en cuestión -imaginario o no: en todo caso, Valverde no nos revela su nombre- todavía no lo es, sino que va a ser ordenado en breve. Y el autor no realiza una defensa cerrada de lo moderno frente a lo antiguo. En primer lugar, hay que decir que se refiere sobre todo al arte sacro y, lejos de un esteticismo superficial y pedante, subordina el arte a la finalidad que se persigue con un templo: que ayude a rezar, a elevar el alma a Dios. Devuelve, pues, al arte su función ancilar, así como piensa que ha llegado el momento de que la pintura recupere la armonía perdida con la arquitectura.
Nota redactada en julio de 2003.
16 febrero 2008
Sí, pero...
Pues sí, este tipo de carteles o pegatas tiene su gracia. Pero preferiría que no pasaran del círculo de amiguetes. Difundirlos a mansalva es no saber cómo funciona la propaganda. El brazo político del GAL sí que lo sabe y se sentiría encantado con su difusión. Ellos saben, digo, que la propaganda se dirige más al subconsciente que a la inteligencia (la mayoría de sus votantes tiene muy poca), más a lo subliminal que a lo racional. La imagen es mil veces más eficaz que el mensaje verbal, y hay mucha gente que no mira las letras. Y ahí, como siempre, el brazo político del GAL da sopas con honda a la derecha. ¿Alguien ha pensado que los socialistas pueden ganar por los méritos de su política? Pero mirad los carteles de la precampaña, por favor. Ahí tenéis a Rajoy con el modelito de siempre, rectángulo blanco con el careto en el tercio izquierdo y el eslogan en el resto del espacio. Mirad la cara de pardillo ante el photomaton que tiene don Mariano, y decid si eso puede competir con el diseño sociata, mucho más en sintonía con la creatividad comercial que lo rodea, fondo negro con el ZP en plan dinámico y optimista tras no se sabe cuántos intentos de captar el mejor ángulo de su cara de sapo. La simple comparación resulta ofensiva. Así que, muchachos, a cambiar de estrategia. Poned el mismo eslogan pero en el rectángulo blanco y con uno de los muchos lados tontos de la jeta del presidente por accidente, ja, y ganaréis en eficacia lo que se pierda en vis paródica. De nada.
15 febrero 2008
Educación socialista
Su profesor lo está infinitamente más [indefenso]. Para atarle, y bien atarle, lejos ya de los toscos métodos de la antigua censura, existen los hilos de la telaraña normativa segregada por los graves zánganos de la nomenklatura. Como la democracia es inversamente proporcional al número de consejos, asociaciones y equipos directivos oficiales, cualquier protesta produce una simple vibración de la tela, pronto apagada por el zumbido sentencioso del depositario de las consignas, el cual está siempre pendiente a bajar, tablas de la Ley en mano, de su Sinaí. La Reforma Educativa española ofrece, en este sentido, un plantel de burócratas innumerable. El volumen de papel generado es paralelo a la estulticia pretenciosa del contenido, que proporciona, sin embargo, fluido nutricio a su clero elaborador. El informe, por poner un ejemplo, que debe acompañar a cada materia suspensa de 4º de la ESO está redactado, no como guía de estudio (el estudiante sabe perfectamente cuál es el programa de cada asignatura y su desconocimiento de él; en numerosos casos ni siquiera se ha molestado en examinarse), sino como alegato de excusa por no haber aprobado al alumno. Naturalmente su falta de esfuerzo, capacidad, mérito, conocimientos, no impide que éste promocione y titule, que pase al curso siguiente en cumplida e irremediable ignorancia del anterior. El pliego de descargo por el que el profesor intenta hacerse perdonar por la sociedad su baja calificación no se resume, naturalmente, en las insobornables cifras y siglas de perfecta comprensión para cualquiera. Por supuesto -prodigios de la neolengua- han desaparecido los ceros y MD (muy deficiente); el INS (insuficiente) recubre piadoso tanto al que no se ha dignado hacer ni un examen y ha mostrado la participación intelectual de una silla como al que, sin aprobar, procuró escribir unas líneas y obtuvo un 3. El informe comporta valoraciones para las que se supone al profesor de Matemáticas o Lengua dotado de la bíblica percepción de la desnudez de las almas. Debe juzgar, según reza la normativa, en qué medida este ocupante de un espacio en el aula ha logrado Conocer y valorar en el grado adecuado los contenidos correspondientes a cada área en los siguientes aspectos: medio físico, desarrollo científico y tecnológico, patrimonio cultural y su conservación, funcionamiento del propio cuerpo, funcionamiento de las sociedades. Desarrollar normas sociales de comportamiento con actitudes de solidaridad, respeto y tolerancia ante las diferencias de sexo, ideológicas, religiosas, sociales y raciales. Etc., etc. Está claro que el equipo redactor logse cobra por líneas, carece de sentido del ridículo y muestra una incontrolada fruición catequística de cuño posmoderno.
Mercedes Rosúa, El archipiélago Orwell
(Créanme: la descripción es objetiva y exacta. Continuará.)
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14 febrero 2008
La novela de don Sandalio, jugador de ajedrez
En sus últimos años don Miguel no podía ya dejar de dar vueltas a sus obsesiones sobre la vida, a su religiosidad trágica. La palabra novela incluida en el título está ahí con toda la intención: no hay nada novelesco aquí, porque el propio autor-narrador se encarga, encima, de evitarlo. ¿Por qué muere el hijo de don Sandalio? No quiero saberlo. ¿Por qué meten en la cárcel a don Sandalio? No me importa. Ya hay suficiente novela, nos dice el corresponsal (la forma es epistolar) con la propia presencia de don Sandalio en esta vida. "No quiero problemas de ajedrez. Son suficientes los que presenta la propia partida". No se preocupa Unamuno, pues, lo más mínimo, de disimular los símbolos. La propia partida, la propia vida es ya suficiente problema. Don Sandalio experimentaba de modo intenso su vida, no llenándola de sucesos, sino sufriéndola, aguzando al máximo su conciencia de estar vivo, su conciencia trágica. Eso es, para Unamuno, mover con soltura las piezas del tablero, ejecutar la partida como una pieza musical. Y es don Sandalio quien despierta esa conciencia trágica en el narrador su contrincante, que ya estaba preparado para ello por su temperamento: veía, como dos personajes de Flaubert, la tontería humana y no la podía tolerar. Tontería que, por supuesto, en Unamuno equivale a despreocupación. Qué pena que cayera en la tentación de explicarnos la parábola, en el prólogo y en el epílogo. ¿Tan tontos nos cree?
Nota redactda en junio de 1999.
13 febrero 2008
El medievo de susto,
poblado por nobles abusones, clérigos fanáticos y labradores amedrentados, ha gozado de gran fortuna en el folklore, por más que no deje de ser una caricatura. En los últimos años ha habido una voluntad de recuperación de ese mundo por parte de los autores de best-sellers. Ha sido singularmente Ken Follett quien, tras forrarse con un mamotreto llamado Los pilares de la tierra, convocó a un tropel de imitadores entre los que se cuenta nuestro triunfador Ildefonso Falcones. Ahora, Follett vuelve a la carga con una (dicen) continuación de aquel éxito al que titula, con parecida ambición, Un mundo sin fin.
12 febrero 2008
Edgar Neville a G. Fdez. de la Mora
Curiosos nuestros compatriotas, y pintorescas sus maneras de entender los mensajes. Cuando alguien lanza a nuestro aire frases como esta ¡El español debe ser medio monje, medio soldado! el que la recoge en serio, sin reírse y dándose por aludido, ni se mete fraile ni se alista en el ejército, pero obliga a la portera a ir a misa.
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11 febrero 2008
El espacio del profesor
Parece increíble, pero hemos llegado a un punto en que es necesario un libro para explicar que un colegio, un instituto, es un lugar donde se estudia y no donde se juega. Alicia de San José es psicóloga y ha tratado a muchos profesores que se sienten (textualmente) como payasos en el aula, tratando de captar la atención y el interés de sus alumnos y sacrificando la explicación de materias en aras de la motivación y el entretenimiento. Sí, se trata de un nuevo libro en defensa de la función básica del profesor, que es enseñar, transmitir conocimientos, y no "diseñar situaciones de enseñanza-aprendizaje", según la terminología de los pedagogos. El énfasis puesto en los procedimientos y las actitudes ha llevado a muchos profesores a descuidar la formación en su propia materia, siendo esta indispensable, como recuerda Alicia de San José, para una enseñanza eficaz.
Hay una falacia que consiste en pensar que algo sólo tiene interés cuando va asociado al entretenimiento o la diversión. Sin embargo, para interesarse por algo hace falta tener algunas nociones previas sobre ello. Si eliminamos lo que se llama, en la jerga pedagogista, contenidos conceptuales, malamente podrá el alumno sentir interés por nada. Pensar, además, que el alumno sólo es capaz de entrar a lo que le entretiene o divierte, es tener en muy poco a los alumnos. El profesor ha de recuperar el espacio perdido, sí. Y es bueno que empiece a colaborar, sin temores, en esa recuperación.
Nota redactada en mayo del 2003.
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09 febrero 2008
A vueltas con la nota
Es cierto que la ya famosa nota de los obispos descalifica por igual a los dos partidos mayoritarios, pues ninguno de ellos va a defender con resolución la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Ocurre, sin embargo, que uno de los dos partidos vive para esos atentados contra el ser humano, hace de ellos su norma programática, mientras que el otro se limita a consentir y dejar pasar. Esto puede dejar perplejo a quien aún no haya caído en la cuenta de que la defensa de la vida va a venir desde abajo, de instancias diferentes a los partidos. La opción de voto habrá de ir dirigida hacia aquel que se muestre más receptivo a tales instancias sociales. Ellos, por sí mismos, no van a tomar una iniciativa que tope de frente con las sensibilidades, reales o supuestas, de la calle.
08 febrero 2008
Olive Chancellor
Espero con toda el alma que no te cases nunca... Ya sabes lo que pienso: que hay una nobleza en el hecho de sacrificar algo por un bien común. Los sacerdotes -cuando eran verdaderos sacerdotes- nunca se casaban, y lo que tú y yo pretendemos realizar nos exige algo semejante al sacerdocio.
(En Henry James, Las bostonianas)
Mira por dónde hasta las feministas son capaces de comprenderlo, cuando quieren.
07 febrero 2008
Ancho mar de los Sargazos
No se menciona para nada el mar de los Sargazos en esta novela, así que me quedo sin saber si se trata del que rodea a las Antillas francesas, y entonces no es el Caribe. Consultaremos un atlas. Ha sido una nueva experiencia leer una novela ambientada en estos pagos, de cuyas vicisitudes no tenía noticia. Y me hubiera gustado no saber de antemano que se trataba de una recreación de la loca de Thornfield, de Jane Eyre, para irlo descubriendo poco a poco; así, el final habría sido más impactante.
La impresión que deja este relato es la de una visión borrosa. El estilo es exquisito, muy inglés en lo comedido y elegante; pero me da la sensación de no haber captado muchos soreentendidos en la relación entre Rochester y Antoinette, y en lo que se refiere a Christophine, la misteriosa criada martiniqueña. Hay algo de magia en el ambiente, a tono con las prácticas vudú de aquellas tierras, y el destino de Antoinette parece marcado como por una maldición. Christophine tiene sobre ella una rara influencia, un extraño afán de posesión, que tiene sin duda mucho que ver con el fracaso del matrimonio. Pero Rochester admite también cierto egoísmo en su comportamiento. Todo ello, unido al triste destino de la madre, puede explicar la locura, pero nos damos cuenta de que en cierto modo todo el mundo daba ya por abocada a la locura a Antoinette, y ella, de carácter débil, no pudo sobreponerse a la presión. Todo el mundo ha jugado con ella hasta el punto de atrofiarle la personalidad. Es una víctima de una serie de intereses y de ambiciones, y si es otra cosa, lo siento (repito), no he podido verlo.
Nota redactada en octubre del 2000. Por cierto: la autora es Jean Rhys.
05 febrero 2008
Juventud morbosa
Esta esquividad para toda obligación explica, en parte, el fenómeno, entre ridículo y escandaloso, de que se haya hecho en nuestros días una plataforma de la "juventud" como tal. Quizá no ofrezca nuestro tiempo rasgo más grotesco. Las gentes, cómicamente, se declaran "jóvenes" porque han oído que el joven tiene más derechos que obligaciones, ya que puede demorar el cumplimiento de éstas hasta las calendas griegas de la madurez. Siempre el joven, como tal, se ha considerado eximido de hacer o haber hecho ya hazañas. Siempre ha vivido de crédito. Esto se halla en la naturaleza de lo humano. Era como un falso derecho, entre irónico y tierno, que los no jóvenes concedían a los mozos. Pero es estupefaciente que ahora lo tomen éstos como un derecho efectivo, precisamente para atribuirse todos los demás que pertenecen sólo a quien haya hecho ya algo.
José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas (1930)
02 febrero 2008
No es extraño que el entorno del GAL
acuse a los obispos de hacer política. Para los socialistas, la política es ideología. Uno puede dejar la economía, la sanidad y la seguridad ciudadana hechas unos zorros, pero si ha conseguido que los sarasas jueguen a papá y mamá y que una pueda abortar en Urgencias se creen estadistas de primera. Justamente lo que los obispos censuran al gobierno (cuando lo censuran, que no es ahora) es que no haga política. Que sustituya la política por los experimentos antropológicos. La Iglesia sabe muy bien que la política es para los políticos. Lo que quieren es que se limiten a ella.
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