28 febrero 2008

¿Qué nos pueden enseñar los libros que no esté en la vida?,


dice Azorín en La voluntad. Como argumento para no leer es pésimo, claro. Tiene valor porque lo dice alguien que estuvo leyendo libros hasta que se cayó de viejo. Creo que lo anoté porque me recordaba mucho a otras reflexiones similares con las que me había topado poco antes. Es ese, si no me equivoco, el tema central de El juego de los abalorios de Hermann Hesse, y me chocó, poco antes, encontrarlo en un cuento de Clarín, tal vez el titulado Vario, no recuerdo. Vitalismo puro, hastío de la ciencia y de la cultura. Un motivo muy propio del primer tercio de siglo, tan pródigo en obras de arte como vacío de orientaciones.