informa Aceprensa. ¿Y cómo podría ser de otra manera? La famosa "liberación de la mujer" a quien liberó fue a los hombres, que quedaron exentos de los enojosos compromisos conyugales (así los llamaba, con tristeza lo constato, un tal Lázaro Carreter) y pudieron disponer de la mujer como de la moto o la tele. No olvidemos que los principales de esos compromisos eran los de "amar y respetar". Con la equiparación del amancebamiento al matrimonio, el egoísmo masculino dejó de verse obligado a rascarse el bolsillo para aquellos empleos instrumentales del sexo femenino. Alguno de esos miserables fue quien inventó el chiste de que "el amor es un invento de los catalanes para [fornicar] gratis". Ya lo han conseguido. Sólo que a veces se cansan de eso que los traductores de Shakespeare llaman indistintamente prostituta o querida, y entonces vienen los palos.
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