01 noviembre 2012

Juan Pablo II. El final y el principio


El principio es mucho más interesante que el final. En el libro, por supuesto. Nunca podrá asegurarse que fue más importante la contribución de Juan Pablo II a la caída del comunismo soviético que su encarnación de Cristo sufriente en una época en que el humo de Satanás (que llega a muchos más sitios que el rabo o los cuernos) había entrado en la Iglesia. Sucede que el final ya nos lo sabíamos. Hemos sido testigos incluso, en más de una ocasión, pues no en vano, como se repite aquí, Juan Pablo II fue la persona a la que vio más gente en todo el mundo. George Weigel divide su segunda biografía del Papa Juan Pablo en dos partes, esas que promete en el título. Y la primera narra en detalle cómo el pontífice llevó a cabo su labor de zapa en el flanco más vulnerable del comunismo soviético, es decir, su propia patria, Polonia. Esto, ya digo, constituye la parte más sabrosa del volumen, no sólo por los abundantes datos documentales, sino porque muestra cómo la gracia actúa mejor sobre una naturaleza humanamente fuerte, cómo las innegables virtudes humanas de Karol Wojtyla fueron potenciadas hasta niveles inimaginables por su docilidad a la acción divina, hasta el punto, como dice la portada, de "cambiar el curso de la historia", a despecho de la política seguida por el Vaticano hasta entonces, su particular ostpolitik, ejemplo vivo de conformismo, o de optimismo bien informado, al menos tal como nos la presenta aquí Weigel. Lo más interesante, quizá, esté aún por llegar. Me refiero al santo que echará abajo al enemigo que ha quedado al otro lado del telón.

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