11 noviembre 2012

Dicen que lo del gaymonio es una cuestión de tolerancia.


Tal vez. Hay gente muy tolerante con el vecino, a la que no le importa que el vecino se despeñe con tal de que lo haga lejos. El amor al prójimo exige con frecuencia ser intolerante. Hay una premisa indiscutida según la cual quien se opone al gaymonio es porque odia a los homosexuales (homofobia, le dicen). Y es justo al revés. El gaymonio es la mayor burla que se ha hecho jamás de estas personas. En el fondo, sus partidarios gozan perversamente viéndoles hacer su parodia de matrimonio, sus monerías, como un Nerón desde su palco o como el público de aquel Concierto de San Ovidio de Buero Vallejo donde unos ciegos tocaban con orejas de burro y las partituras al revés.

Esas personas tienen un problema. Y no se les hace ningún favor riéndoles las gracias, que maldita la que tienen. Hay gente empeñada en ayudarles, a los que encima se les pone trabas y se les tacha de lo peor. Es la historia del mundo.




__