Un escocés iba a examinarse para policía y le preguntaron
cómo disolvería una manifestación. "Bueno -dijo-, en mi tierra al menos lo
hacemos así: anunciamos una colecta y apenas hemos empezado a pasar la hucha, ya no queda nadie."
Es curioso, pero, en plena sociedad de la información, hay
lacras que parece que no existen hasta que no se organiza una manifestación de
protesta. Los desahucios, por ejemplo: llevan produciéndose desde que la crisis
enseñó los dientes y vimos que no era una ocurrencia de economistas. Lo que es de
ahora son las manifestaciones. Una vez más se cumple el oráculo de Mingote:
"Los trabajadores empezamos a estar hartos y, en cuanto haya un gobierno
de derechas, nos van a oír".
Me pregunto qué pasaría si, en una de estas manifestaciones
contra los desahucios, alguien tuviera la ocurrencia de proponer una colecta para
contribuir a sufragar la deuda del afectado, cuyo producto se le entregaría in
situ. Si sucedería lo de Escocia o si se vería aquilatada esa solidaridad que
es tan fácil llevarse a la boca.