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04 noviembre 2014
Porque no son el hombre
Perdida la noción de lo real, de lo que es (y, por tanto, del que se nombra a sí mismo como El que
es, y eso es inteligible en el más estricto plano "natural", hasta
ahí se puede llegar con buena metafísica), las filosofías de la Modernidad han
difundido una imagen falsa del hombre, y consiguientemente del hombre bueno,
del hombre íntegro, del hombre ético. La imagen dada por la Ilustración, que es
la que de un modo u otro domina el panorama cultural y seudoeducativo de hoy,
ha inmanentizado las virtudes éticas, ignorando la trascendencia natural de la
persona, aquella capacidad de la persona de trascenderse a sí misma, dándose a
los demás y, en último término, a Dios. Y así nos proponen la fe en el Hombre
(con mayúscula, el hombre abstracto: nadie, en definitiva), la esperanza en el
Hombre y el amor al Hombre: siempre el hombre irreal, imaginario, la inanidad
total. Y en virtud de eso se puede eliminar tranquilamente a millones de
individuos, porque no son el Hombre, ninguno ni un montón de ellos son el
Hombre; aplazando para un futuro igualmente imaginario la llegada de ese Hombre
al cual sí habría que amar.