Hay que ver lo favorecido que salía Toulouse-Lautrec en el
rótulo de Google del otro día. De hecho, estas conmemoraciones de Google son lo
más parecido a un almanaque laico. Así como es difícil encontrar la imagen de
un santo con cara de perro, aunque algunos tuvieran mala leche, en este
santoral el celebrado ha de aparecer como un bendito entre los hombres. Creo
que cuando se recordó a Hannah Arendt sacaron a la filósofa con un bolígrafo
entre los dedos, siendo así que en ese retrato y muchos otros lo que sostenía
era un cigarrillo. ¡Vade retro, Satana! En ese aspecto la película sobre la
Arendt es mucho más sincera, pues si no se ventila cincuenta pitillos a lo
largo del metraje es porque son cincuenta y uno. También José Ferrer era todo
lo feo que debía ser para encarnar a Toulouse. El cine puede mitificar, pero
engaña lo justo.
__